CAPITULO 61

CAPITULO 61

Esta vez fue Peter quien se atragantó. Lali, por primera vez en la cena, empezó a comer. ¡Qué estupendo era derrotar a Peter! - él la tomó por la muñeca y trató de levantarla.

Lali: ¿Qué haces?

Peter: Supongo que en este pueblo habrá un predicador. El puede casarnos ahora.

Lali: ¡Pero no lo hará! Y si no te sientas, puedo volver a llevarme a Jenifer- Peter vaciló pero, como no quería arriesgarse a sufrir ese castigo, se sentó.

Peter: Contame todo- dijo, abatido.

Lali perdió parte de su regocijo al ver la expresión de Peter y cuando le dijo que Jenifer no era legalmente su hija, estuvo a punto de aceptar casarse con él en ese mismo instante pero la expresión de Peter cambió al oír el nombre de Benjamín.

Peter: ¿Fue ese inservible quien te lo dijo?- preguntó- Se ha tomado muchas molestias. ¿Qué hay en esto para él?

Lali sabía muy bien que Peter no estaba al tanto del dinero que ella heredaría, dinero que para él no significaría nada, pero para Benjamín lo era todo. Pero, en verdad, no le agradó la insinuación de que Benjamín tenía otro motivo además del amor.

Lali: Benjamín quiere casarse conmigo- respondió con altivez- Dice que me ama y también a Jenifer y quiere adoptar a mi hija.

Peter: No serías tan tonta- replicó con presunción- ¿Qué mujer querría a un debilucho como él?

El final implícito de esa pregunta era "cuando podría" tener a alguien como yo. Lali lo miró con furia y respondió, casi en un grito:

Lali: Benjamín es un caballero. Sabe hacer sentir a una mujer como una dama. Sabe cortejar de una manera... exquisita. Ustedes, los americanos, sólo saben exigir- Peter bufó.

Peter: Cualquier americano puede cortejar mejor que un inglés debilucho.

Lali: Oh, Peter- dijo, con una sonrisa serena- Vos no sabes nada de eso. Tu idea de seducir a una mujer consiste en arrastrarla por el cabello.

Peter: Pues muchas veces te gusto que te arrastrara- replicó. Lali perdió la serenidad.

Lali: Eso es un ejemplo de tu grosería americano.

Peter: Y vos, mi querida, sos una inglesa presuntuosa. Dijiste que tu cumpleaños es en tres semanas. Pues bien, ese día te casaras conmigo, y lo harás por tu propia voluntad.

Dicho eso, salió de la habitación, y no alcanzó a oír a Lali exclamar: "¡Jamás!"

Al día siguiente, muy temprano, Lali estaba en su despacho cuando llegó Cande con montones de novedades. Primero la acusó porque Peter se había marchado la noche anterior y aún no regresaba. Luego de dejar en claro su opinión (que Lali estaba equivocada), le advirtió que una mujer alta y morocha se había registrado esa mañana y preguntaba por su novio, el señor Peter Lanzani

.

Cande: Me parece que estás en problemas- concluyó, con un suspiro.

Lali: ¡Qué bien!- respondió en tono fatigado- Justo lo que necesito. ¿Es que nadie se da cuenta de lo difícil que es dirigir un hotel como este? Tengo trabajo de varios días apilado en mi escritorio y, a propósito, Benjamín ya me ha informado de la partida de Peter y antes que él, me lo ha dicho mi hija. Estoy segura de que Benjamín tiene mucho más que decirme, pero es probable que Jenifer no vuelva a decir una sola palabra en mi presencia. Ahora bien, la morocha alta no puede ser otra que mi querida amiga Belén Chavanne. Dame unos minutos para prepararme y podré encargarme de ella- Cande asintió y salió de la habitación.

Durante un momento, Lali dejó que su mente volviera al tiempo de las visitas de Belén a la plantación. En aquel tiempo, Belén no se enfadaba con ella y la ayudaba con el personal de servicio, y no había visto los insultos de aquella mujer como lo que eran. ¡Esa Malvina!, pensó. ¡Cómo le gustaría ahora ponerle las manos encima! ¡Y Belén! La querida Belén, que tiranizaba a la pobre e insegura esposa de Peter, fingiendo ayudarla cuando, en realidad, destruía la poca seguridad que le quedaba.

Con una sonrisa. Lali salió de su oficina, pasó por la cocina y pidió a Cande que prepárala té para dos mujeres. Ignoró los comentarios de su amiga acerca de que estaba lista para la batalla y luego envió una invitación a Belén para tomar el té en la biblioteca.

Belén se presentó de inmediato y Lali vio en ella cosas que antes no había visto: el rostro y el cuerpo de Belén comenzaban a acusar rastros de tantos años de vida disipada. Trasnochadas, buena comida, excesos de toda clase, se reflejaban en arrugas y ojeras, y en un engrasamiento de su cintura que se advertía a pesar del ceñido corsé.

Belén: Vaya, vaya, si es la florecíta inglesa- dijo al entrar- Me han dicho que ahora sos dueña de este lugar. ¿Quién te lo compró?

Lali: ¿No queres tomar asiento?- dijo con cortesía- He ordenado un refrigerio. En efecto, soy la dueña de este hotel- con una sonrisa inocente, prosiguió- Y de la imprenta, la oficina del abogado, el consultorio del médico, la tienda, la herrería, la escuela y la botica, además de cuatro granjas fuera del pueblo y ciento veinte hectáreas de tierra- Belén parpadeó una sola vez, pero no mostró otro cambio de expresión.

Belén: ¿Y con cuántos hombres has dormido para conseguir todo eso? Estoy segura de que a Peter le interesará saberlo.

CONTINUARÁ...

@iamlaliter