CAPITULO 62

CAPITULO 62

Lali: ¡Qué amable sos al pensar que valgo tanto!- exclamó con entusiasmo- Pero lamento informarte que yo no tengo tu habilidad para venderme y conseguir lo que quiero. He tenido que recurrirá la inteligencia y al trabajo para tener todo lo que hoy poseo. Cuando me sobraba un poco de dinero, no lo gastaba en un vestido nuevo sino que lo utilizaba para comprar más tierras y más materiales de construcción- se detuvo y fue a abrir la puerta a Cande, que, con gran curiosidad, traía una enorme bandeja.

Cande: ¿Cómo van las cosas?- susurró.

Lali sonrió con presunción, con lo cual Cande rió y le entregó la bandeja. Cuando volvieron a quedar a solas, Lali colocó la bandeja sobre una mesita baja y sirvió el té.

Lali: ¿Queres que volvamos a empezar? De nada sirve fingir que somos amigas. Supongo que estás aquí porque queres a mi esposo- Belén trató de serenarse. No quería perder aquella batalla.

Belén: Veo que has aprendido a servir el té- observó.

Lali: He aprendido muchas cosas en los últimos años. Verás que no soy tan confiada como antes. Ahora decime lo que queres.

Belén: Quiero a Peter. Era mío hasta que te metiste en su cama, te embarazaste y lo obligaste a casarse contigo.

Lali: Esa es una manera de ver las cosas. Dime, ¿acaso Peter te ha dicho que se casaría contigo si se librara de mí?

Belén: No hace falta que me lo diga- replicó- Ya estábamos casi comprometidos cuando él te conoció, y el único problema es que está encaprichado contigo. Ninguna mujer lo había abandonado antes y eso lo vuelve loco.

Lali: Si ése es el caso, si a Peter le gustan las mujeres que lo abandonan, ¿por qué lo has seguido hasta aquí? ¿No habría sido mejor quedarte y que él volviera a ti?

Belén: ¡Maldita seas!- gruñó- ¡Peter Lanzani es mío! Ya era mío mucho antes de que vos dejaras de usar vestidos cortos. ¡Tú lo abandonaste! Robaste las joyas de su madre y lo dejaste. Si no hubiera encontrado aquella nota...- se detuvo abruptamente.

Lali la miró a los ojos un momento, concentrada. Todos esos años se había preguntado por qué Peter nunca la había encontrado. Ella había dejado un rastro que hasta un niño podría seguir, pero Peter nunca se había molestado en hacerlo. Pero si Belén había hallado la nota antes que él...

Lali: ¿Me buscó mucho tiempo?- pregunto en voz baja. Belén se puso de pie y la miró, furiosa.

Belén: No esperarás que te lo diga, ¿verdad? Te lo advierto: Peter es mío. No creo que seas lo suficientemente mujer para pelear conmigo. Yo siempre consigo lo que quiero.

Lali: ¿De veras Belén?- preguntó con calma- ¿Tenés acaso un hombre que te abrace por las noches mientras lloras, o a quien puedas confiar tus más profundos secretos? ¿Sabes lo que es compartir, amar y ser amada por alguien?- volvió la cabeza y miró a Belén- ¿O acaso ves a la gente como si fueran dólares y centavos? Decime, si tú fueras la dueña de Scarlet Springs, ¿seguirías tan interesada en mi esposo?

Belén se dispuso a responder pero, aparentemente, cambió de parecer y en silencio, salió de la habitación. Cuando Lali se llevó la taza de té a los labios, notó con sorpresa que estaba temblando. Las preguntas que había hecho a Belén eran las mismas que ella se había planteado sin darse cuenta. Al fin y al cabo, ¿qué significaba ser dueña de un pueblo? Allí tenía amigos, personas a quienes había tomado cariño, pero ¿Podían reemplazar a una persona especial, alguien que la amara aunque no estuviera en el mejor de los ánimos, alguien que le sostuviera la cabeza cuando se descomponía, una persona especial que conociera todas sus partes feas y aun así la animara?

Al recordar la plantación de Peter y la casa Lanzani comprendió que Jenifer debía crecer allí. En las paredes estaban los retratos de cientos de antepasados de Peter, que también eran los ancestros de Jenifer. La niña merecía esa clase de continuidad, un lugar que implicara seguridad y paz, no la vida siempre cambiante de un hotel.

Sonriendo, se recostó en la silla. Claro que no sería fácil decirle a Peter que había dañado.  Sin duda, él se regodearía y respondería que siempre había sabido que ganaría. Pero ¿qué importaba eso? Para ella significaba más pasar la vida con el hombre que amaba que renunciar a todo por su tonto orgullo. Además, habría maneras de pagárselo. Si, pensó. Le haría lamentar su jactancia.

Cande: Te ves muy complacida contigo misma- observó- Lali no había oído entrar a su amiga.

Lali: Estaba pensando en Peter.

Cande: Eso me haría sonreír a mí también. Entonces, ¿Cuándo te vas con él?

Lali: ¿Y qué te hace pensar...?- empezó a preguntar pero se detuvo cuando Cande se echó a reír- Ya sé lo que estás pensando, y es verdad. ¿Sabes? durante años tuve miedo de Peter, miedo de que su personalidad me devorara y yo dejara de existir.

Cande: Pero ahora sabes que puedes defender lo tuyo

Lali: Sí, y comprendo que él tiene razón: que su plantación es un sitio mejor para Jenifer. Pero ¿qué hay de ti? ¿Cómo te afectará que yo me marche de Scarlet Springs? ¿Queres que busque a otra persona para que te ayude con el hotel?

Cande: No, no te preocupes por eso- respondió, levantando una mano- Peter y yo lo hemos arreglado todo. No habrá ningún problema.

Lali: ¿Peter y vos? ¿Queres decir que vos... y mi esposo...? ¿A mis espaldas?

Cande: Por lo último que supe, él ya no era tu esposo. Y por supuesto que sabía que te marcharías. Peter no es un hombre al que una mujer pueda resistirse por mucho tiempo. ¿Sabías el infierno por el que pasó tratando de encontrarte cuando lo dejaste? ¿Y que se ha mantenido célibe desde entonces?

Lali: ¿Qué?- exclamó, mientras volvía a invadirla el amor por Peter- ¿Cómo lo sabes?

Cande: Mientras vos trabajabas, yo pasé un tiempo con Peter y Jenifer, y si vos no tenías curiosidad, yo sí. ¿Quieres saber por lo que ha pasado ese pobre hombre en los últimos años?

CONTINUARÁ...

@iamlaliter