CAPITULO 67

CAPITULO 67

Lali: Llegar a mí a través de Jennifer, al menos, espero que eso sea todo lo que planea. Entremos; tenemos que prepararnos. Cerraremos el hotel, pondremos en la puerta un cartel que diga que fuimos al circo, y todos podrán ir.

Cande: Estupenda idea. Llevaré comida para nosotras y para medio pueblo, y estaremos listas en el tiempo que nos ha dado Peter.

Las dos horas pasaron de prisa, y después de lo que le parecieron minutos, Lali estaba conduciendo una cañeta cargada de comida hacia el circo. Habían armado una gran tienda sujetando la lona a los árboles y postes. Habían colocado largos bancos de madera, los del fondo más altos que los de adelante, y la mayoría de éstos ya estaban ocupados por la gente del pueblo. En una sección central había un gran espacio separado por cintas rosadas y anaranjadas que se mecían con la brisa.

Cande: ¿Estás pensando dónde te sentarás?- preguntó, riendo, al ver la expresión dubitativa de Lali- Vamos, no puede ser tan malo como lo imaginas.

La joven del ceñido traje rosa condujo a Lali y a Cande hasta la sección demarcada por las cintas y las dejó allí. En pocos minutos entraron dos caballos a todo galope. Sobre ellos venía un hombre, con un pie en cada caballo. Al llegar al final de la pista, el hombre saltó sobre un caballo, hizo girar a ambos y, nuevamente al galope, comenzó a saltar de uno a otro.

Cande: ¡Cielos!- exclamó.

Después de eso, no tuvieron tiempo para pensar, pues la pista comenzó a llenarse de caballos. Los caballos realizaban pruebas, y los hombres sobre ellos. Había dos hombres de pie sobre dos caballos, y un tercero sobre los hombros de los dos primeros, mientras los caballos corrían en círculo por la pista.

Cuando se marcharon los jinetes, Jenifer entró a la pista montada en su pony, que era conducido por la joven vestida de rosa. Jenifer llevaba puesto un traje idéntico, con cierto brillo dorado aquí y allí. Lali observó con el corazón en la boca cómo la mujer tomaba la mano de Jenifer, que se puso de pie sobre la montura y, lentamente, recorría asila pista.

Cande: ¡Sentate!- le ordenó cuando Lali trató de ir hacia su hija- No puede caer desde muy alto, y la mujer la sostiene- entonces la mujer soltó la mano de Jennifer, que exclamó: -¡Mírame, mami!

Lali estuvo a punto de desmayarse, especialmente cuando Jenifer saltó y la mujer la recibió en sus brazos. Jenifer hizo varias reverencias como, obviamente, le habían enseñado, y todo Scarlet Springs aplaudió a más no poder. La niña corrió hacia su madre, y Lali la abrazó con fuerza.

Jeni: ¿Cómo estuve? ¿Lo he hecho bien?

Lali: Has estado espléndida. Casi me matas del susto- Jenifer pareció complacida al oír eso.

Jeni: Espera hasta que veas a papi.

Lali tardó un momento en calmar a su corazón acelerado y cuando pudo volver a hablar, no tuvo tiempo de preguntar por Peter, pues una vez más el elefante comenzó a desfilar ante ellos. Los payasos hicieron más pruebas que hacían reír a todos, y el osito bailó. Pero todo el tiempo Lali buscaba a Peter.

La banda no había dejado de tocar y ahora iniciaba una extraña música que hizo que todos callaran.

-Y ahora, damas y caballeros- anunció un hombre apuesto que llevaba una chaqueta roja y brillantes botas negras- les presentamos un acto que desafía a la muerte- Nuestro próximo acróbata caminará por la cuerda floja... sin red. Si cae... bueno, ya pueden imaginarlo.

Lali: Creo que esto no me gustará- dijo, levantando la vista hacia la cuerda tendida entre dos postes altos- Tal vez deba irme y llevarme a Jennifer- la expresión de Cande cambió.

Cande: Quizá debas quedarte, Lali- dijo, en un tono extraño.

Lali siguió la mirada de Cande y, al principio, no creyó lo que veía. Peter entró a la pista, con un brazo en alto, como si siempre hubiese trabajado en un circo.

El traje que llevaba de algodón negro, ceñido como una segunda piel, hacía resaltar los grandes músculos de sus muslos, sus nalgas pequeñas y duras, y su pecho ancho y fuerte. De sus hombros colgaba una capa negra forrada en raso rojo. Con un gesto ceremonioso, la arrojó a una bella mujer vestida apenas con un diminuto traje de raso verde.

Cande: No es de extrañar que ese hombre te vuelva loca- observó.

Lali: ¿Qué diablos hace allí?- exclamó, atónita- No Peter será tan tonto como para...

No pudo continuar, pues sonaron las trompetas y con calma, empezó a subir por la inestable escalerilla de cuerdas hasta la diminuta plataforma.

Jenifer: ¡Ese es mi papi! ¡Ese es mi papi!- gritaba, saltando sobre el duro asiento de madera.

Lali no podía moverse. No parpadeaba, sus pulmones no funcionaban, hasta su corazón dejó de latir mientras observaba a Peter sobre la plataforma. Cuando la alcanzó, volvió a saludar a la multitud y todos aplaudieron con entusiasmo.

Luego se produjo un completo silencio cuando Peter inició su lenta y cuidadosa caminata por la cuerda, con una larga vara en las manos. Pareció que pasaba una eternidad hasta que llegó al otro extremo. Los aplausos estallaron y Lali hundió la cara en las manos, con lágrimas de alivio.

Lali: Avísame cuando esté abajo- le pidió a Cande. Cande estaba extrañamente callada- ¿Cande?- dijo, espiando por entre los dedos. La expresión de su amiga la hizo volver a levantar la vista hacia Peter. Estaba de pie en la plataforma, mirando a Lali con calma, aparentemente esperando algo. Cuando ella lo miró, Peter enganchó algo al poste de la plataforma y otra cosa al ancho cinturón de cuero negro que llevaba puesto.

Cande: Va a volver a caminar por la cuerda- susurró- Pero al menos esta vez usará un cable de seguridad. Peter ya había avanzado aproximadamente un metro por la cuerda cuando todos se dieron cuenta de lo que era en realidad su "cable de seguridad". Lentamente la bandera comenzó a desplegarse. La primera palabra que vieron fue "Lali" y después de haber visto aquella frase cientos de veces en los últimos días, no necesitaban que nadie la leyera por ellos.

-¡Lali!- leyeron al unísono.

Después venía: "¿Queres". Cada palabra sonaba más y más fuerte y, finalmente, cuando Peter llegó a la plataforma opuesta, volvieron a leerla todos juntos. No les habría salido mejor si lo hubiesen practicado durante semanas.

-¡Lali! ¿Queres casarte conmigo? —leyeron al unísono. Lali enrojeció de pies a cabeza.

Jeni: ¿Qué dice, mami?- preguntó cuando todos a su alrededor se echaron a reír.

Lali no respondió por temor a lo que pudiera decir, se negó terminantemente a mirar a Peter, que estaba bajando por la escalerilla de cuerdas entre vítores, aplausos e hilaridad general.

Lali: Me voy a casa- susurró por fin- Por favor, encárgate de Jenifer.

Con la frente alta, salió de la sección reservada, pasó delante de la multitud y salió de allí. La gente le ’Que acepte’, pero ella los ignoró y se dirigió a pie al hotel.

Utilizó su llave para entrar a sus habitaciones y pensó que tal vez nunca más saldría de allí, salvo quizá para escabullirse del pueblo alguna noche y no volver a ver a nadie de Scarlet Springs.

No se sorprendió al hallar sobre su almohada una nota escrita en grueso papel marfil, era una invitación grabada, delicada y costosa, de parte de Peter Lanzani, para cenar esa noche a las nueve. Al pie había un mensaje escrito a mano, que decía que él pasaría por ella a las ocho cuarenta y cinco.

Se sentía totalmente derrotada. Sabía que nada podría hacer sino aceptar. Si se negaba, ¿Acaso Peter haría que su elefante derribara la puerta, o llegaría montado en él? Lali estaba preparada para cualquier cosa que Peter mismo pudiera imaginar.

Nadie la molestó el resto de la noche, y agradeció a quien se hubiese encargado de disponer tal fenómeno. Ya había tenido bastante en los últimos días. Exactamente a las ocho y cuarenta y cinco, llamaron a la puerta. AI abrirla, halló a Peter, elegantemente vestido con una chaqueta de color verde oscuro y pantalones verde más claro. Le sonrió y echó un vistazo al bonito vestido de seda color melocotón que llevaba puesto.

Peter: Estás más bonita que nunca- dijo, al tiempo que le ofrecía el brazo.

 CONTINUARÁ...

@iamlaliter