CAPITULO 69
La
única respuesta fue un gemido, aunque Lali no supo si se debía a la pregunta o
a los músculos doloridos.
Peter:
Déjalo- dijo cuando Lali comenzó a recoger los platos- Más tarde vendrá alguien
a recoger todo.
Se
encaminaron hacia el coche.
Lali:
¿A cuántas personas contrataste en estos días? ¿Y cómo abriste mi caja fuerte?-
sin contemplaciones, Peter la levantó y la depositó sobre el asiento.
Peter:
Un hombre debe tener sus secretos, te lo contaré cuando cumplamos cincuenta
años de casados. Reuniremos a nuestros doce hijos y les contaremos la historia
de la declaración más emprendedora, creativa y romántica del mundo.
¿Y
les hablaremos del abono de elefante?, pensó Lali, pero no dijo nada, y se
pusieron en marcha hacia el pueblo.
Al
llegar a la puerta de Lali, Peter bostezó, le besó la mano y se dirigió a lo
que Lali supuso que sería su habitación. Estupefacta, perpleja, Lali se quedó
de pie junto a su cama, mirando la puerta cerrada.
Después
de todo lo que le había hecho pasar, después de todas aquellas proposiciones de
matrimonio, la había llevado de picnic a la luz de la luna, sin mencionar en
ningún momento el matrimonio y hablando de abono de elefante, y la había dejado
en su dormitorio sin siquiera un beso de buenas noches. En toda la noche no la
había tocado, ni siquiera parecía consciente de su cercanía ni de que ella lo
deseaba tanto. Claro que ella había disimulado bien sus sentimientos, lo sabía,
pero él también debía de sentir al menos algo de pasión o cierto deseo. Quizá
para él fuera suficiente hacer el amor una vez cada cuatro años. Después de
todo, Peter ya tendría unos treinta ya. Tal vez a esa edad los hombres... Lali
comenzó a desvestirse. Cuando se había puesto el vestido, había imaginado a
Peter quitándoselo. Tal vez él no quería casarse con una impúdica. ¡Si! ¡Eso
tenía que ser! El siempre había pensado que estaban casados y sabiendo que no
lo estaban... No. tampoco estaban casados lodo el tiempo que pasaron en el
barco.
Se
sentó en la cama y se quitó los zapatos y las medias. Tal vez Peter sólo estaba
cansado, tal como había dicho y no tenía energías para dedicarse a ella esa
noche. Se puso un sencillo camisón de algodón, pasó a ver a su hija, que
dormía, y se acostó en su enorme cama, fría y vacía.
Una
hora más tarde seguía despierta y sabía que esa noche no podría dormir, no
mientras ella estuviera en una cama y Peter en otra.
Lali:
¡Al diablo con su cansancio!- exclamó en voz alta al tiempo que echaba a un
lado las mantas.
En su
guardarropa tenía algo que nunca había usado, un regalo de Cande. Era una bata
de seda blanca, suave, casi transparente y tan escotada que dejaba poco librado
a la imaginación. La pechera consistía en muy pocos centímetros de tela sobre
una cinta de raso blanco y esos pocos centímetros eran tan ceñidos que hacían
resaltar los pechos de Lali por encima de la tela.
Lali:
Estará cansado, pero dudo de que esté muerto- dijo, sonriendo, al mirarse al
espejo. Se puso una capa y subió la escalera hacia el cuarto de Peter.
Peter
estaba de pie en el centro de su habitación, sonriendo para sí, con una copa en
la mano, cuando Belén entró y dio un portazo. La sonrisa de Peter se esfumó al instante.
Peter:
Vete- le ordenó- Lali llegará en cualquier momento.
Belén:
¡Esa ramera!- siseó- ¡Peter, me das asco! ¿Sabes el ridículo que has hecho en los
últimos días? Todo el pueblo se ríe de ti. Nunca vieron a un hombre que hiciera
tantas tonterías.
Peter:
Ya has dicho lo que tenías que decir. Ahora vete- dijo fríamente.
Belén:
No he dicho ni la mitad. En los últimos días he formulado muchas preguntas y
por lo que he averiguado, ni siquiera sabes quién es esa mujer. ¿Por qué habría
de casarse contigo, un tonto y grosero americano? Estás orgulloso de esa
plantación que tenés pero ¿sabías que tu pequeña Lali podría comprarla sin
mucho esfuerzo?
Esperó
para ver cómo tomaba Peter la noticia. Peter ni siquiera parpadeó, sólo la miró
con desagrado.
Belén:
Ella vale millones y los tendrá la próxima semana. Puede tener a cualquier
hombre que desee, ¿por qué habría de casarse con un granjero americano?- Peter
seguía sin hablar- Tal vez sí lo sabías, quizás siempre lo supiste y por eso
estás dispuesto a hacer tanto el ridículo para conseguirla. Los hombres hacen
cualquier cosa para obtener ese dinero- no pudo decir más. Peter la tomó por el
brazo y la hizo echa hacia la puerta.
Peter:
Vete- le ordenó, con voz grave- Y ruega que nunca vuelva a verte- agregó, y la empujó
hacia afuera. Belén se recuperó casi al instante.
Belén:
Peter- le rogó, arrojándose sobre él y abrazándolo- ¿No sabes cuánto te amo? Siempre te amé,
desde que éramos niños. Siempre has sido mío. Desde que la trajiste a casa y
dijiste que era tu esposa, morí un poco cada día. Y ahora esto... toda esta
estupidez por ella, y no entiendo por qué. Ella nunca te ha querido. Te
abandonó, pera yo siempre he estado contigo, siempre cerca cuando me
necesitabas. No puedo competir con su dinero pero puedo darte amor si me dejas.
Abre los ojos, Peter y mirame. Ve cuánto te amo- Peter apartó de si los brazos
de Belén y la mantuvo a distancia.
Peter:
Nunca me amaste, lo único que querías era mi plantación. Hace años que sé que
estás endeudada. Te he ayudado muchas veces, pero no te ayudaré al punto de
casarme contigo.
Lo
dijo en tono suave y era obvio que no le agradaba verla desintegrarse de esa manera.
Cuando Lali abrió la puerta en silencio, esperando ver a Peter dormido y
acostarse con él, lo vio con Belén, mirándola con ternura, giró sobre sus
talones y echó a correr. Peter dejó caer a Belén y salió tras Lali.
Que lo escuche por lo menos eso!!!
ResponderEliminarhayy maldita belen!!!
ResponderEliminarmass noveee