CAPITULO 46
Lali no
pensó que pudiera bajar la escalera con tanta rapidez pero al llegar abajo, el
beso apenas terminaba.
Belén:
¿Aún pensas darme con el látigo?- preguntó, en un tono lo suficientemente alto
para que Lali alcanzara a oírla- O tal vez pueda convencerte de usar algo un
poco más pequeño... muy poco más pequeño, si mal no recuerdo- Peter la tomó por
los brazos y la apartó bruscamente.
Peter:
Belén, antes de que sigas haciendo el ridículo, creo que deberías conocer a
alguien- Se volvió, aparentemente consciente de dónde estaba Lali- Te presento
a mi esposa.
Muchas
expresiones pasaron por el rostro de Belén. Las cejas arqueadas se juntaron y
sus ojos verdes se encendieron. Las aletas de su nariz patricia se inflamaron y
sus labios sensuales asumieron un rictus. Parecía a punto de decir algo, pero
calló. Miró a Peter y le dio una bofetada que resonó contra la inmensa casa. En
pocos segundos volvió a montar, tiró con fuerza de las riendas y dirigió el
caballo hacia el este, golpeándolo salvajemente con el: látigo.
Peter
la observó un momento, masculló algo como "No tiene derecho de tratar así
a los animales", apretó la mandíbula lastimada y se volvió hacia su
esposa.
Peter:
Era Belén Chavanne, nuestra vecina más próxima- con esa serena declaración
pareció poner punto final al episodio.
Lali,
paralizada y rígida, vio la vivida impresión de la mano de Margo en la mejilla
de Peter cuando él se inclinó para besarla.
Peter:
Te veré esta noche. ¿Por qué no te acuestas un rato? Estás algo pálida.
Queremos un bebé sano, no lo olvides.
Dicho
esto, hizo una señal a su ayudante que estaba detrás de Lali, para que lo
siguiera y se dirigió hacia el ala oeste de la casa, a su oficina. Lali tardó
largo rato en recuperarse lo suficiente para volver a la casa. Durante todo el
día la acosó el recuerdo de la altiva y espléndida Belén. En dos oportunidades
se detuvo ante un espejo y se observo: sus ojos grandes, su cara delgada y su
aire general de dulzura.
Belén
Chavanne no tenía nada de dulzura. Hundió las mejillas y trató de imaginarse
más sofisticada, con una belleza superior, pero se dio por vencida con un
profundo suspiro.
En
los días siguientes comenzó a prestar atención cada vez que se mencionaba el
nombre de Belén y descubrió que durante años se había dado por sentado que Peter
se casaría con ella. Durante la ausencia de Peter y de León, Belén manejaba la
enorme plantación además de la propia.
Con
cada palabra que oía, Lali tenía cada vez menos confianza en sí misma. ¿Acaso había
frustrado aquel matrimonio al toparse con Peter aquella noche en el puerto?
¿Por qué Peter se había casado con ella, si no porque esperaba su bebé? Cuando
intentó plantear esas dudas a Peter, él sólo rió. Estaba demasiado ocupado con
la siembra de primavera para poder hablar mucho y cuando quedaban a solas, las
manos de él sobre su cuerpo le hacían olvidar todo.
Una
semana después de la visita de Belén, Lali estaba en el corredor del ala este, aborreciendo
la idea de ir a la cocina. Era hora de examinar el menú de la semana siguiente...
y de afrontar a Malvina, la cocinera. La mujer había experimentado una
instantánea antipatía hacia Lali y todo el tiempo mascullaba por lo bajo. Una
de las criadas mencionó que Malvina estaba emparentada con la familia Chavanne
y desde luego, había pensado, como todos los demás, que Peter se casaría con Belén.
Finalmente, Lali se armó de coraje y se dirigió a la cocina.
Malvina:
Ahora no tengo tiempo de hacer nada más- dijo antes de que Lali pudiera hablar-
Acaba de llegar un cargamento de hombres y tengo que darles de comer- Lali se
negó a amilanarse.
Lali:
Me parece perfecto. Sólo tomaré una taza de té y en otro momento podemos ver el
menú.
Malvina:
Nadie tiene tiempo para preparar té- replicó la cocinera, con una mirada de
advertencia
a sus
tres jóvenes ayudantes.
Lali
enderezó los hombros y se dirigió a la olorosa y humeante estufa de hierro
fundido que había contra una pared.
Lali:
Puedo hacerlo yo misma- dijo, con lo que esperaba fuera un tono de desprecio disimulando
que no tenía idea de cómo se preparaba una taza de té.
Se
volvió apenas para mirar a la cocinera con odio y con una sonrisa desdeñosa en
los labios, levantó la tetera. La sonrisa se esfumó al instante, Lali gritó,
dejó caer la tetera caliente y tuvo que retroceder de un salto para no
salpicarse con el agua hirviente. Detrás de ella se oyó la risa maliciosa de la
cocinera, y lo único que pudo hacer Lali fue contemplar con impotencia su mano
quemada.
-Tome-
dijo una de las criadas con amabilidad mientras aplicaba mantequilla fresca a
la mano de Lali- Déjese esto puesto y vaya a sentarse. Yo le llevaré su té.
Dijo
la última frase con un susurro, señalando a la cocinera. En silencio y con la
cabeza gacha, Lali salió de la cocina, con los dedos extendidos y la mantequilla
derritiéndose sobre su calor palpitante. Quería ir directamente a su
dormitorio, pero un joven le informó que alguien la esperaba en la sala. Lali
estaba preguntándose cómo podría escapar cuando Belén apareció en la escalera
radiante, con un vestido de raso azul.
Belén:
¿Qué te has hecho, pequeña?- preguntó, bajando la escalera de prisa- Charles,
trae vendas a la sala y que Malvina nos envíe té. ¡Con jerez! Y dile que quiero
un poco de su pastel de frutas.
-Sí,
señora- respondió el joven y se alejó de prisa. Belén tomó a Lali por la muñeca
y la ayudó a subir la escalera.
Belén:
¿Qué hiciste para quemarte tanto?- con el orgullo tan herido como la mano, Lali
se alegró de tener la compasión de Belén.
Lali:
Levanté la tetera caliente- respondió, avergonzada. Sin inmutarse, Belén la
condujo a un sofá. En un instante apareció una criada que Lali estaba segura de
no haber visto jamás, con vendas y paños limpios.
Belén:
¿Y dónde has estado tú, Sally?- le preguntó con severidad- ¿Siempre tratando de
salvarte del trabajo?
-No,
señora. Todas las mañanas ayudo al ama, ¿no es cierto, señora?- dijo, mirando a
Lali con descaro. Lali no respondió. Había conocido a demasiada gente en las
últimas semanas. Belén tomó las vendas.
Belén:
¡Salí de aquí, embustera! Y ten cuidado, o haré que Peter me traspase tu contrato-
con una expresión de terror, la criada se marchó. Belén se sentó en el sofá,
junto a Lali- Ahora déjame ver tu mano. Realmente te has quemado mucho. Debiste
sostener la tetera bastante tiempo. Espero que hables con Peter sobre los
sirvientes. Él les deja hacer lo que quieran, y por eso se creen dueños de esta
casa. Es por eso que desde hace tanto tiempo Peter pensaba casarse. Necesita
una mujer fuerte que pudiera ocuparse de un establecimiento tan grande.
Mientras
hablaba, vendaba con ternura la mano de Lali. Cuando terminó, regresó Charles con
una enorme bandeja: un exquisito servicio de té georgiano y dos tazas, y una
asombrosa variedad de bocadillos y emparedados.
Belén:
Malvina no se esmeró mucho- observó examinando la bandeja con desdén- Quizá ya
no me considera una visita. Decile- ordenó a Charles- que pasaré a hablar con ella
antes de marcharme.
-Sí,
señora- respondió Charles con una reverencia y salió de la habitación.
Belén:
Ahora bien- prosiguió con una sonrisa- yo serviré, pues no podrás hacerlo con
esa mano.
Con
la mayor facilidad, Belén sirvió el té, le añadió una buena medida de jerez y
eligió un bocadillo para Lali.
Belén:
En realidad, he venido a disculparme- dijo, al tiempo que se servía y hacía a
un lado el té- No imagino lo que habrás pensado de mi imperdonable grosería la
semana pasada. Estaba demasiado avergonzada para regresar y pedirte que me
recibieras después de lo ocurrido- a Lali le agradó la humildad de aquella
imponente mujer
Lali:
Yo... Deberías haber venido- respondió. Belén apartó la vista y prosiguió.
Belén:
Verás, Peter y yo hemos estado muy unidos desde niños, y todos daban por
sentado que algún día nos casaríamos. Por eso me sorprendí mucho cuando te
presentó como su esposa- miró a Lali con ojos suaves y suplicantes- Lo entendés,
¿verdad?
Lali:
Por supuesto- murmuró
.
¡Cuánto
se parecían Peter y Belén, ambos tan seguros de sí mismos! Eran los soberanos del
mundo.
Belén:
Mi padre murió hace dos años- continuó, con tanto dolor en la voz que Lali se apiadó
de ella- Desde entonces, dirijo sola mi plantación. Claro que es mucho más pequeña
que ésta, pero ya es bastante.
Lali
pensó, consternada, que tenía ante sí a una mujer capaz de dirigir toda una plantación,
mientras que ella ni siquiera sabía preparar una taza de té. Al menos había una
cosa que sí sabía hacer bien. Sonriendo, bajó la cabeza y dijo:
Lali:
Peter espera que nuestros hijos lo ayuden con la plantación. Claro que aún
falta mucho tiempo para eso, pero éste ya tiene un buen comienzo- al notar que Belén
no respondía, Lali levantó la vista y vio fuego en sus ojos.
Belén:
¡De modo que es por eso que Peter se casó contigo!- exclamó, con una voz que- provenía
de lo más profundo de su ser. Lali la miró, atónita.
CONTINUARÁ…
Este cap va dedicado para las que firmas siempre :)
@iamlaliter