viernes, 10 de febrero de 2012

CAPITULO 17




CAPITULO 17

Peter no tenía idea de lo que decía Lali pero al verla así, a medio vestirse, con aquel vestido de seda que daba un brillo a sus ojos y su piel aún encendida por la pasión de la noche anterior, sintió que ella podía convencerlo de hacer cualquier cosa.

Peter: Deja de tentarme y vestite,  ya tendrás varios meses a bordo para jugar a la seductora pero por el momento hay trabajo que hacer.

Lali se ruborizó porque él la había malinterpretado y se concentró en la tarea de vestirse. Tal vez, pensó, tal vez aquel americano podría... Echó un vistazo a Peter, que echaba botas al baúl sobre las camisas limpias y blancas, y sonrió. Quizá nunca llegara a ser un caballero pero tenía muchas posibilidades. Los ojos de Lali se dilataron por el asombro al ver que Peter cerraba el baúl, se inclinaba, tomaba la manija de cuero y se ponía de pie con el baúl a la espalda.

Peter: ¿Lista?- preguntó, aparentemente sin percatarse de su enorme carga. Lali asintió y salió delante de él. Abajo los esperaba un desayuno caliente, más abundante que todos los que ella había conocido- Me has hecho perder más comidas que nunca en mi vida- con descaro, Lali miró la enorme estatura de Peter y el grosor de su pecho.

Lali: No creo que le haga mal perder algunas comidas.

Peter rió, pero unos minutos después Lali lo vio observarse de reojo en un espejo, como si se inspeccionara. Esa reacción la hizo sonreír con cierta sensación de triunfo. La comida estaba deliciosa y Lali, muy hambrienta. Le agradó comprobar que los modales de Peter en la mesa eran bastante correctos, tal vez careciera de la delicadeza de Benjamín o de otro caballero de su calidad pero sería aprobado en la sociedad decente.

Peter: ¿Acaso me han salido cuernos, que me miras tanto?- bromeó

Quizá fuera por la experiencia terrible que había tenido el día anterior en el puerto y el rescate por parte de Peter pero en verdad, empezaba a entusiasmarla la idea de ir a América. Había oído decir que, como en América la gente era libre, podía hacerse rica. Tal vez ella pudiera hacer una fortuna en aquel país primitivo y luego regresar, triunfante, a Inglaterra... y a Benjamin. La mano de Peter bajo su mentón la hizo salir de su ensueño
.
Peter: ¿Volvías a dejarme?- le preguntó en voz baja- ¿O planeabas matarme mientras durmiera?

Lali: Ninguna de las dos cosas, no perdería el tiempo en eso- Peter rió entre dientes. Se puso de pie, le ofreció la mano y la ayudó a levantarse.

Peter: Creo que te irá muy bien en América, necesitamos más mujeres con tu carácter.
Lali: Yo creía que, para usted, todas las americanas eran la estampa de la gracia y el coraje.

Peter: Siempre hay lugar para las mejoras- replicó riendo y la tomó del brazo- Ahora mantente cerca de mí y nada te ocurrirá- agregó con seriedad, previniéndola con la mirada.

Lali no necesitó una segunda advertencia y en cuanto salieron de la posada se aferró al brazo de Peter. El olor a pescado y los sonidos peculiares del puerto le dieron de lleno y por un momento, volvió a sentir las manos de aquellos hombres sobre ella. Peter la observaba, pensativo, consciente del miedo que había en los ojos de la muchacha. Arrojó el pesado baúl sobre el coche que esperaba e indicó al cochero a qué barco debía llevarlo. Cuando el coche se alejó, se volvió hacia Lali.

Peter: Hay una sola manera de perder el miedo y es enfrentarlo. Si te caes de un caballo, tenés que volver a montarlo de inmediato- Lali apenas prestó atención a aquel consejo confuso, en cambio, se acercó más a Peter y le clavó los dedos en el brazo.

Lali: ¿El coche llegará pronto?- susurró.

Peter: No iremos en coche, vos y yo caminaremos hasta el barco. Para cuando lleguemos, ya no tendrás miedo. No quiero que te asustes cada vez que estemos cerca de un muelle o que huelas pescado podrido- Lali tardó un momento en asimilar aquellas palabras. Luego se apartó de él y lo miró, atónita.

Lali: ¿Acaso ésa es la lógica americana? No quiero caminar por este... este lugar. Le exijo que me consiga un carruaje.

Peter: Conque lo exiges, ¿eh?- sonrió- Según he aprendido en la vida, no se debe exigir nada a menos que se pueda llevarlo a cabo. ¿Estás dispuesta a caminar sola hasta el barco?

Lali: Usted no haría eso, ¿verdad?- susurró.

CONTINUARÁ…

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