domingo, 12 de febrero de 2012

CAPITULO 22



CAPITULO 22

Lali sólo pudo asentir contra el pecho de Peter contenta de estar cerca de alguien tan sano y fuerte, de estar lejos de la suciedad y la pobreza que había visto ese día. Se apoya contra él, medio dormida, y apenas se percató cuando Peter la dejó en una silla y fue a abrir la puerta. Ni siquiera se molestó en abrir los ojos al oír un chapoteo de agua. Después de todo, era casi lo único que había oído en todo el día mientras lavaba ropa, pañales y cuencos. Sonrió con deleite y se relajó cuando Peter empezó a desabrocharle el vestido. Era agradable que la atendieran a ella después de haber pasado el día atendiendo a los demás. Cuando Peter la levantó, desnuda, en sus brazos, se alegró de que la llevara a la cama pero cuando sintió el agua caliente abrió los ojos de prisa.

Peter: Necesitas un baño, mi olorosa niña- dijo, riendo, al ver la sorpresa de Lali. El agua caliente, a pesar de ser agua de mar, estaba deliciosa y Lali se recostó y dejó que Peter la lavara.

Lali: No te entiendo- dijo, observándolo, sintiendo cómo sus manos fuertes y enjabonadas recorrían su cuerpo.

Peter: ¿Qué hay que entender? Te diré lo que quieras saber.

Lali: Hace unas semanas habría pensado que un hombre que secuestra gente debería ir a la cárcel, pero tú...

Peter: Yo ¿qué? ¿Secuestro muchachitas, las violo pero no las maltrato? En todo caso, no muy a menudo- agregó, con una sonrisa.

Lali: No- insistió con seriedad- No lo haces pero creo que eres capaz de cualquier cosa. No entiendo a un hombre como tú.

Peter: ¿Y a qué clase de hombre entiendes? ¿A tu amiguito Dalmau? Dime, ¿cuántos hombres has llegado a conocer? ¿Cuántas veces te enamoraste?- no estaba preparado para la respuesta de Lali.

Lali: Una vez- respondió en voz baja- Me enamoré una vez y no imagino que vuelva a suceder.

Peter la observó un momento, vio la forma en que sus ojos se suavizaron con una expresión distante y las comisuras de su boca se curvaron ligeramente. En un momento Lali pensaba en Benjamín, en cómo le había propuesto matrimonio y al instante se sobresaltó cuando Peter arrojó el jabón al agua delante de sus ojos.

Peter: Termina vos sola, o espera que venga a hacerlo tu amado- gruñó, y se marchó con un portazo.

Lali sonrió, pensando que al fin lo había puesto celoso. Salió de la tina y empezó a secarse. Pensó que quizá fuera bueno que Peter comprendiera que no era el único en su vida, que existían otras personas en el mundo. Cuando llegaran a América y sus caminos se separaran, tal vez no estaría tan seguro de que ella no podría arreglárselas sola encontrar un hombre como Benjamín, alguien que la amara y no la considerara una criatura ignorante. Se metió en la cama y de pronto se sintió muy sola. Benjamin no la amaba, sólo la había querido por su dinero. Su tío tampoco la quería y Peter, aquel hombre extraño, arrogante y bueno, había dejado en claro que sólo la quería por el momento. Sola, cansada, hambrienta, desdichada, se echó a llorar.

Cuando Peter la tomó en sus brazos, se aferró a él, temerosa de que él también fuera a dejarla.

Peter: Calma, dulce, tranquilízate. Ahora estas a salvo- susurró, pero cuando los labios de Lali se unieron a los suyos, dejó de pensar en consolarla.

Lali no sabía que se debía a la enfermedad que la había rodeado todo el día y a su sensación de soledad pero estaba hambrienta de Peter. No pensó que la tenía prisionera ni que al menos debería ser reacia como amante. Lo único que pensaba era que lo necesitaba con desesperación, necesitaba que la abrazara, la amara, la hiciera sentir parte del mundo y no un apéndice inútil.

Con audacia, introdujo los dedos bajo la camisa de Peter e hizo saltar un botón. El vello de su pecho le recordó su masculinidad. Los dedos de Lali exploraron, no con suavidad sino con firmeza, incluso con rudeza, la textura de su piel, que aumentaba su calidez ante ese contacto. Peter la dejo sobre la cama y se apartó para quitarse el resto de la ropa. Tenía los ojos encendidos y la boca inflamada. Cuando se volvió y se sentó al borde de la cama para quitarse las botas, su espalda ancha y musculosa quedó a merced de Lali. La muchacha le mordisqueó los hombros mientras sus pezones le rozaban la espalda con un toque leve y electrizante. Pronto, sus labios bajaron por la curva profunda de los huesos, besando, acariciando, saboreando su piel. Con los pulgares a los costados y la yema de los dedos sobre las costillas de Peter.

Lali le acariciaba la espalda con su cuerpo. Las depresiones profundas de los músculos, la fuerza de Peter, ahora tan aplacado bajo sus caricias, resultaban embriagadoras y le daban una sensación de poder. Le besó el lóbulo de la oreja, le dio leves mordiscos y luego emitió una risita grave y seductora. Con un solo movimiento rápido, Peter se volvió, la tomó en sus brazos y estuvo sobre ella. Lali estaba tan ansiosa como él y más que lista, Peter estaba cegado por la audacia de la muchacha y por una vez, no se contuvo por consideración o para no herir la sensibilidad de ella. La trató con todo el ardor y la pasión que sentía, moviéndose con fuerza, masajeándole las nalgas con las manos, abrazándola más y más. Cuando al fin llegó el desahogo como una tempestad de éxtasis, lentamente, poco a poco, quedaron exhaustos, temblorosos y débiles.

Peter: ¿Qué me has hecho?- susurró, abrazándola con una fuerza tal que amenazaba sofocarla.

CONTINUARÁ…




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