CAPITULO 11
Peter:
¿Qué es esto?- preguntó sonriendo- Pensé que esta noche al menos te alegrarías
un poco de verme. Siempre te quejas de que no tienes ropa.
Lali:
¡Yo no le he pedido que me comprara ropa! No tiene ningún derecho sobre mí y menos
aún, para llevarme a su país incivilizado. No pienso ir, ¿me oye? Soy inglesa y
me quedaré en Inglaterra.
Peter:
¿Dónde están todos tus familiares y amigos?- dijo con ironía- Acabo de pasar otro
día tratando de averiguar dónde has pasado tu vida y no he podido hallar nada. ¡Malditos
sean!- exclamó pasándose las manos por el cabello- ¿Qué clase de gente podría
querer deshacerse de una criatura como vos?
Quizá
fue el cansancio por no haber dormido bien y por el día agotador, pero los ojos
de Lali se llenaron de grandes lágrimas cristalinas. Había estado tan furiosa
en los últimos días que no había tenido tiempo de pensar en lo que sentía por
el disgusto de Benjamín ante la idea de casarse con ella y por el odio
manifiesto de su tío. Durante días había vivido en un mundo de ensueño, con la
esperanza de que acudieran a rescatarla pero sin duda, Peter había hablado con
ellos. ¿Acaso Benjamín y su tío le habían dicho que no la conocían? Antes de
que pudiera hablar, Peter la tomó en sus brazos. Lali lo empujó y trató de protestar.
Lali:
¡Déjeme en paz!- murmuró débilmente pero a pesar de sus esfuerzos por
apartarlo, Peter la sostuvo con fuerza hasta que la muchacha hundió la cara en
su pecho y los sollozos empezaron a sacudirla. Sin perder tiempo, Peter la
levantó en sus brazos y se sentó en una silla, acunando a Lali como si fuera
una pequeña.
Peter:
Anda, llora, gatita- susurró- Creo que si alguien merece hacerlo, sos vos.
Aquella
actitud de Peter, ese extraño que le hacía el amor y la cuidaba mientras las personas
que debían hacerlo negaban su existencia, la hizo llorar con más intensidad. Lo
peor era el fin de sus sueños de ser rescatada por Benjamín, de volver a ver a
su amado. Ya nunca tendría la oportunidad de demostrarle que podía ser una
buena esposa, ahora la llevarían a América contra su voluntad y ellos ni
siquiera se enterarían de su partida. Cuando al fin los sollozos empezaron a
aquietarse, Peter le acarició el cabello húmedo.
Peter:
¿Quieres contarme por qué estás tan triste?- No podía hablarle de Benjamín
Lali:
¡Porque me tiene prisionera!- respondió con la mayor firmeza que pudo demostrar
y se apartó del hombro de Peter. El siguió acariciándole el cabello y cuando
volvió a hablar, lo hizo con una voz llena de paciencia y comprensión.
Peter:
Creo que estabas prisionera aun antes de conocerme. De no haber sido así, no te
habría dejado en la calle como a un montón de basura.
Lali:
¡Basura!- exclamó indignada- ¿Cómo se atreve a llamarme así?- Peter le sonrió,
perplejo.
Peter:
No dije que fueras basura, sino que te han tratado como si lo fueras. Lo que no
entiendo es por qué quieres volver con alguien que te trata así.
Lali:
Yo... yo... nadie...- balbuceó y volvieron a aflorar las lágrimas. Peter tenía
una manera muy cruda de decir las cosas.
Peter:
No es tan malo ser huérfano, yo lo soy desde hace mucho tiempo. Quizá nuestro
destino sea estar juntos.
Lali
lo miró, extrañada. Sin duda, a pesar de lo que había dicho, Peter a menudo
raptaba muchachitas y las tenía prisioneras.
Peter:
Creo que no me agrada lo que estás pensando- previno- Si tienes alguna idea rara, te advierto que yo
cuido lo que me pertenece.
Lali:
¿Dice que yo le pertenezco?- exclamó- ¡Apenas lo conozco!- Peter sonrió antes
de acercar sus labios a los de ella. La besó con tanta ternura, tanto anhelo,
que casi sin darse cuenta, Lali lo abrazó.
Peter:
Me conoces bastante bien- dijo con voz ronca- Y métete en la cabeza que sos
mía.
Lali:
¡No soy suya! Yo...- se interrumpió cuando Peter comenzó a besarle el cuello
con diminutos mordiscos, Lali suspiró y ladeó la cabeza.
Peter:
Sos una tentación- dijo, riendo- Y me estás haciendo perder muchas horas de
trabajo- con firmeza, la hizo bajarse de sus rodillas- Me encantaría quedarme
con vos pero tengo asuntos que atender y temo que me ocuparán la mayor parte de
la noche. ¿Sabías que zarparemos pasado mañana?
Con
la cabeza baja, Lali no le respondió. Se sentía muy tonta por haber reaccionado
a sus caricias con tanta rapidez y entrega. ¡Pasado mañana!, pensó. Si quería
huir de él, tendría que hacerlo muy pronto.
Peter:
¿No me das un beso de despedida?- bromeó desde la puerta- ¿Nada que me ayude a
mantenerme en calor allá, solo?
Lali
tomó su otro zapato y se lo arrojó pero esta vez Peter lo esquivó. Riendo, echó
la llave a la puerta y bajó la escalera. Al menos esa noche Lali estaba
demasiado fatigada para perder el sueño, pero cada noche la cama le parecía más
grande.
Despertó
por un sonido atronador que sólo podía ser Peter tratando de andar de puntillas
por la habitación. Mantuvo los ojos cerrados y fingió dormir, aun cuando él se
inclinó y la besó en la mejilla.
Cuando
le pareció que Peter se había marchado, esperó el sonido ya familiar de la
llave al cerrarse la puerta. Al no oírlo, se incorporó en la cama como movida
por un resorte. Se frotó los ojos dos veces para cerciorarse de que lo que veía
era cierto: la puerta estaba abierta de par en par.
CONTINUARÁ…
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