viernes, 10 de febrero de 2012

CAPITULO 14



CAPITULO 14

Al observar el rostro de Lali, vio que estaba en lo cierto. Levantó las manos con frustración mientras se paseaba con grandes zancadas por la habitación.

Peter: ¿Qué diablos haré contigo? Tengo que encerrarte para protegerte de vos misma. ¿Es que no tienes idea de cómo es el mundo? Te advertí lo que sucedería si te marchabas de aquí pero no me creíste. No, tenías que llegar al extremo de casi hacerte violar y, tal vez, matar. La primera vez que te encontré, te perseguían los hombres, y ahora, por tu culpa, ha vuelto a ocurrir, ¿Acaso creíste que sería diferente la segunda vez

Sosteniendo la parte superior de su vestido, Lali jugaba con el terciopelo de la falda Tenía la mente ocupada en tratar de olvidar lo que acababa de sucederle, de que pareciera sólo uno de sus sueños.

Lali: Yo pensé que como estaba vestida cómo una dama ellos no...- murmuró.

Peter: ¿Qué?- rugió, y luego se dejó caer en una silla- No es posible que alguien puedas creer, realmente creer...

Se interrumpió y la miró, tan pequeña, tal vez sin percatarse de que temblaba, con un largo arañazo en la mejilla y volvió a sentir aquella posesión.

Peter: No hay nada más que hablar. Mañana te marchas conmigo a América.

Lali: ¡No!- exclamó levantando la cabeza- No puedo, debo quedarme en Inglaterra. Este es mi hogar.

Peter: ¿Queres un hogar donde te ataquen cada vez que salgas a la calle? ¿Queres una repetición de lo que pasó hoy?

Lali: Esta no es la verdadera Inglaterra- insistió- Hay gente bella y lugares llenos de amor y amistad y...

Peter: ¿Y qué?- preguntó con dureza- ¿Dinero? El dinero es la única diferencia entre la escoria de allá afuera y la nobleza que tú pareces adorar, la misma nobleza que echó a la calle a una criatura inocente como tú. A mí me parece que la gente bella que tú conoces no tiene nada que criticar a quienes hace un rato trataban de arrancarte la ropa.

Lentamente, grandes lágrimas empezaron a formarse en los ojos de Lali. Cuando ésta levantó la vista, Peter vio su tristeza. Ella pensaba que necesitaba sus sueños, necesitaba creer en el amor y la belleza, necesitaba algo que compensara el vacío de su vida. Peter no entendió exactamente lo que pasaba por la mente de Lali pero sí vio su dolor y aquellas lágrimas lo debilitaron. Al instante, se sentó a su lado en la cama y la envolvió en sus brazos, tratando de protegerla de los recuerdos dolorosos que la acosaban.

Peter: América te gustará- le dijo suavemente, acariciándole el cabello- La gente es buena y honesta, y allá gustarás y pronto tendrás más amigos que nunca.

Lali: ¿Amigos?- murmuró aferrándose a Peter. Apenas empezaba a comprender lo mucho que la había afectado la experiencia que acababa de sufrir. Aún tenía la impresión de que había manos ávidas sobre todo su cuerpo.

Peter: No imaginas toda la gente maravillosa que hay en América. Tengo un hermanito, Gregorio, al que le encantarás y además, claro, están Rocio y Pablo. Rocio es francesa y habla francés a una velocidad increíble.

Lali: ¿Es bonita?- preguntó con desdén

Peter: Casi tanto como vos- respondió, sonriendo y acariciándole el cabello- Cuando me marché estaba a punto de tener un bebé. Ahora ya debe tener varios meses. Claro que ya tiene a los mellizos.

Lali: ¿Mellizos?- Peter rió, la apartó de él y le enjugó las lágrimas con la punta de los dedos.

Peter: ¿Aún no entendés que te llevaré a América, no para castigarte ni porque me guste secuestrar muchachitas, sino porque no tengo alternativa? No hay otra cosa que pueda hacer contigo.

Esas palabras, cuya intención era tranquilizarla, pronunciadas a la manera de Peter, que siempre llamaba a las cosas por su nombre, surtieron el efecto contrario en Lali. Su tío y Benjamín le habían dicho cosas similares. Estaba cansada de ser una carga para todos.

Lali: ¡Déjeme levantarme!- le exigió, al tiempo que lo empujaba.

Peter: ¿Qué diablos ocurre ahora?- Lali giró la cabeza y trató de morder la mano de Peter que estaba sobre su hombro. Peter volvió a empujarla hacia el colchón y se frotó la mano- No te entiendo. Hace apenas una hora te salvé la vida y ahora que te digo en la mejor forma posible que me interesa tu bienestar, te pones furiosa conmigo. Realmente no te entiendo.

Lali: ¿Entenderme?- exclamó echando chispas por los ojos- No habría tenido que huir si usted no me hubiera tenido prisionera y de no haber sido por usted, no habría necesitado que me rescataran. En cierto modo, me salvé de usted y para usted- perplejo, Peter quedó boquiabierto- ¿Acaso tu mente siempre funciona así? ¿Siempre tomas diez caminos distintos para llegar adonde quieres?- Supongo que eso es una expresión americana cuya intención es disimular su falta de lógica. El hecho es que usted me tiene prisionera y exijo que me libere- replicó, con los brazos cruzados y apartando la vista de su interlocutor.

La ira de Peter pronto se convirtió en risa, que se esforzó por contener. Fuera cual fuese el concepto que tenía Lali de la lógica, distaba mucho del verdadero significado de la palabra. Peter pensó en volver a explicarle lo que sucedería si la dejaba ir pero teniendo en cuenta que la habían atacado dos veces y no parecía haberse impresionado, no tenía deseos de volver a explicárselo. Tampoco trataría de pintarle una imagen espléndida de América. Lo único que podía hacer era dejar que ella lo viera por sí misma. Pensó también en abrir la puerta y darle otra oportunidad de ir al puerto, o en pagarle un coche que la llevará a donde quisiera ir. Al ocurrírsele esta última posibilidad, algo se endureció en su interior. Si hacía eso, quizá nunca volviera a ver a aquella chiquilla de ojos brillantes que parecía ver el mundo a través de su propio cristal color de rosa. Lo entristeció mucho imaginar el largo viaje por mar sin ella.

Peter: Irás a América conmigo

CONTINUARA…




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