jueves, 9 de febrero de 2012

CAPITULO 2



CAPITULO 2

Antes de que Lali pudiera pensar, unos brazos fuertes y seguros la levantaron del suelo. Estaba demasiado exhausta, demasiado aterrada para pensar en los modales. En cambio, hundió la cara en el hombro de quien la sostenía.

-Creo que acabas de obtener lo que quenas para esta noche- observó otro hombre, riendo entre dientes- ¿Te veremos por la mañana?
Peter: tal vez- respondió con voz profunda contra la mejilla de Lali- Pero quizá no vuelva hasta la partida del barco

Los hombres volvieron a reír y siguieron su camino. Lali no tenía idea de dónde estaba ni de con quién estaba. Lo único que sabía era que se sentía a salvo, como si acabara de despertar de una horrible pesadilla. Al cerrar los ojos y apoyarse contra el hombre que la cargaba con tanta facilidad, sintió que todo saldría bien. Una luz repentina la hizo cerrar los ojos con más fuerza y hundir más la cara en aquel hombro fuerte.

-¿Qué hace ahí, señor Peter?- preguntó una voz de mujer. Lali sintió que el hombre emitía una risa grave.
Peter: trae un poco de brandy y agua caliente a mi cuarto. Y un poco de jabón.

Al hombre no parecía costarle subir la escalera con el peso de Lali en sus brazos. Cuando encendió una vela, ella casi estaba dormida. Con suavidad, la dejó sobre la cama, con la cabeza apoyada en las almohadas.

Peter: bien, déjame mirarte

Mientras la inspeccionaba, Lali miró por primera vez a su salvador. Tenía cabello corto pero alborotado, suave y oscuro, y un rostro atractivo, con profundos ojos verdes y boca fina. Sus ojos brillaban divertidos.

Peter: ¿satisfecha?- le preguntó, al tiempo que iba a abrir la puerta

Era, sin duda, el hombre más corpulento que Lali había visto, una figura totalmente falta de elegancia, por supuesto pero al mismo tiempo fascinante. La profundidad de su pecho media, tal vez, el doble de cualquier parte del cuerpo de ella. Sin duda, sus brazos eran gruesos y vio que sus pantalones revelaban muslos fuertes y musculosos. Llevaba unas botas que le llegaban a las rodillas y Lali se maravilló al verlas, puesto que antes sólo había visto hombres con zapatillas pequeñas.

Peter: toma, quiero que bebas esto, te hará sentir mejor- al ver que el brandy le quemaba la garganta, el hombre le indicó que lo sorbiera poco a poco- Estás helada, y el brandy te hará entrar en calor.

Efectivamente, el brandy la hizo entrar en calor, la habitación iluminada por las velas y la serena fuerza de aquel hombre aumentaron la sensación de seguridad de Lali. Su tío y Benjamín parecían muy lejanos.

Lali: ¿Por qué habla usted en forma tan rara?- los ojos del hombre rieron
Peter: yo podría preguntarte lo mismo. Soy norteamericano.

Los ojos de Lali se dilataron con una mezcla de interés y temor. Había oído muchas historias acerca de los americanos: hombres que habían declarado la guerra a su madre patria, que eran poco más que salvajes. Como si le hubiese leído la mente, el hombre humedeció un paño con el agua caliente, lo frotó con jabón y comenzó a lavarle la cara. De alguna manera, le pareció natural que aquel hombre, cuya mano era tan grande como la cara de ella, la lavara con suavidad y ternura. Cuando termino con la cara, empezó con los pies y las piernas. Lali contempló el cabello del hombre: lo llevaba corto y alborotado pero era muy suave apenas, y no resistió la tentación de tocarlo. Era firme y estaba limpio, y Lali pensó que hasta el cabello de aquel hombre era fuerte. El hombre se levantó, tomó la mano de la muchacha y la besó en la punta de los dedos.

Peter: ponte esto- le arrojó una de sus camisas limpias- Yo bajaré a ver si encuentro algo para comer, parece que te vendría bien una buena comida.

Cuando se marchó, la habitación empezó a parecer cavernosa. Cuando se puso de pie, Lali se tambaleó un poco y comprendió que el brandy se le había subido a la cabeza. Su tío Barto nunca le había permitido beber alcohol. Al pensar en ese nombre recordó todo lo malo que había ocurrido. Mientras se quitaba los restos del camisón desganado y sucio, comenzó a imaginar lo que sentirían Benjamín y su tío cuando ella volviera del brazo de un americano corpulento y apuesto. Aquel hombre tenía el tamaño suficiente para obtener cualquier cosa que deseara. Se metió en la cama, envuelta en la camisa cuyos faldones le llegaban más abajo de las rodillas, e imaginó su regreso victorioso a la casa Esposito. Además, el americano siempre sería su amigo, e incluso asistiría a su boda con Benja. Claro que tendría que aprender modales pero tal vez  Benja podría enseñárselos. Se durmió con una sonrisa en los labios.

Peter volvió a la habitación con una bandeja cargada de comida. Al ver que sus intentos de despertar Lali sólo lograban que la muchacha se acurrucara más bajo las mantas, se dispuso a comer solo. Había estado bebiendo con sus amigos americanos desde la tarde, celebrando el feliz término de su viaje y la concreción de los negocios de Peter en Inglaterra. En una semana zarparía de regreso a Virginia. Los cuatro hombres habían estado comentando que les gustaría tener una muchachita dulce en su cama, cuando aquella niña se había topado con Peter. Era bonita, joven y limpia, a pesar de la suciedad que él le había quitado. Se preguntó qué hacía sola a esas horas, corriendo por las calles con su camisón desgarrado. Tal vez la habían echado de la casa donde trabajaba, o quizá decidió probar suerte sola y descubrió que la asustaba trabajar en la calle.

Peter consumió la mayor parte de la comida, se puso de pie y se desperezó. Fuera cual fuese el problema de aquella muchacha, al menos por esa noche sería suya. Al día siguiente podría devolverla a la calle. Se desvistió lentamente, desabrochándose la ropa con torpeza. La manera en que la joven se había aferrado a él lo había excitado y se preguntó dónde habría aprendido ella ese truco: ninguna de las prostitutas que había conocido utilizaban esa técnica. Ya desnudo, se acostó y atrajo a la muchacha hacia sí. Su cuerpo estaba fláccido pero cuando Peter introdujo la mano bajo la camisa empezó a despertar.

Lali sintió aquellas manos cálidas y masculinas sobre su cuerpo y le pareció que eran parte de su delicioso sueño. Nadie le había ofrecido afecto antes, ni siquiera en su niñez, cuando ansiaba que alguien la abrazara, había alguien que le ofreciera amor. En el fondo de su mente estaba el recuerdo de un dolor terrible y reciente, y quería tener alguien a quien aferrarse, alguien que borrara ese dolor.

En un estado de semiviligia, sintió que le quitaban la camisa. Cuando sus senos rozaron el pecho de Peter y sintieron su dureza y el vello que lo cubría, Lali ahogó una exclamación de gozo. Unos labios la besaron en la mejilla, en los ojos, en el cabello y, finalmente, en la boca. Ella nunca había besado a un hombre, pero supo al instante que le gustaba mucho. Los labios firmes pero suaves de Peter se movieron sobre los suyos y los separaron apenas para saborear su dulzura.

Cuando Peter la atrajo más hacia él, Lali lo abrazó, deleitándose con su tamaño, y se acercó más, pues deseaba estar en total contacto con él. Sin embargo, cuando los movimientos de Peter se hicieron más rápidos, Lali abrió los ojos, sorprendida. Rápidamente empezó a volver en sí y trató de apartarse de él pero la fuerza de Peter era tanta que no se percató de los débiles intentos de la muchacha por apartarse. El tampoco tenía la mente muy despejada, a causa del whisky que había bebido, y la reacción de entusiasmo inicial de Lali lo había excitado.

Lali empujó con más fuerza pero los brazos de Peter se cerraron más aún y sus labios se apoderaron de los de ella, evitando cualquier respuesta negativa. A pesar de su creciente conciencia de que lo que estaba haciendo estaba mal, Lali no pudo resistir por mucho tiempo y empezó a reaccionar a él plenamente: se arqueó contra él, sin saber con exactitud qué era lo que deseaba. La mano de Peter sostenía la cabeza de la muchacha, la acunaba, la acariciaba y su dedo pulgar la acariciaba detrás de la oreja, sus dientes le mordisqueaban el lóbulo de la oreja.

Peter: dulce- susurró- dulce como las violetas.

CONTINUARÁ…

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