CAPITULO 8
'Y
usted es terco como una mula', pensó Lali, mientras lo observaba apilar los
platos sobre la bandeja y sacarla al pasillo. Más tarde, ya en camisón y acostada,
lo observó de espaldas y vio cómo se pasaba la mano por el cabello mientras su
pluma revoloteaba sobre los papeles que tenía ante sí. Sintió curiosidad por lo
que estaba haciendo pero no quiso preguntárselo para que su relación con él no
se volviera más personal de lo que ya era.
Se
desperezó y se embarcó en un sueño en el que Benjamín iba a rescatarla y
derrotaba al americano en un duelo de espadas. Su tío Barto estaría allí, le
rogaría su perdón y le diría que se sentía muy solo sin ella sonrió al imaginar
a Peter amedrentado. En su sueño se vio apartándose de Benjamín y dirigiéndose
hacia Peter, dándole la mano y perdonándolo, diciéndole que regresara a América
y la olvidara... si podía.
Cuando
Peter se acostó a su lado, Lali fingió dormir pero él la atrajo hacia sí, le
besó la oreja, le apoyó una mano en el vientre y se durmió. Por extraño que le
pareciera, la muchacha sintió que ella también ya podía dormirse. Por la mañana
se halló sola en la gran habitación, pero apenas despertó, entró la criada.
-Disculpe,
señorita. Pensé que estaría durmiendo. El señor Peter me dijo que le trajera agua
caliente, por si quería tomar un baño.
Lali
no tenía intenciones de volver a humillarse suplicando a la criada que la
dejara salir. Indicó a la mujer que le llevara la tina y el agua caliente y a
su pesar, disfrutó el baño. Fue casi un consuelo poder hacer algo por sí misma.
Antes, siempre tenía una criada que la vestía y le lavaba el cabello y su tío
elegía para ella ropa barata e infantil. Nuevamente limpia, se secó el cabello
con la toalla comió un abundante desayuno y se puso el vestido de seda azul.
Completó el atuendo con una delicada pañoleta bordada con flores en varios
tonos de azul.
Fue
un largo día y como no tenía nada que hacer, estaba aburrida. Hacía frío en la habitación,
pues no había hogar, de modo que se paseó por allí frotándose los brazos. Por
la ventana entraba el débil sol de comienzos de la primavera pero aun así era
el sitio más cálido de la habitación. Acercó una silla y comenzó a mirar,
distraída, por la ventana. Nuevamente empezó a soñar, desde sus planes para
hacer un jardín, hasta cómo jamás perdonaría a Peter y dejaría que Benjamín se
ocupara de él.
A la
caída del sol oyó una voz que solo podía ser Peter: profunda, clara, llena de
humor. Su corazón empezó a acelerarse. Claro que se debía a la soledad en que
había pasado el día pero aun así tuvo que reprimirse para ni sonreír cuando él
entró. Peter le sonrió y sus ojos pardos la recorrieron.
Peter:
Ese vestido te sienta bien- observó, mientras se quitaba el sombrero y la chaqueta.
Prácticamente se desplomó sobre una silla y lanzó un profundo suspiro- Habría sido
menos fatigoso trabajar en el campo- prosiguió- Tus compatriotas son una sarta
de presuntuosos y necios. Casi nadie quería escuchar mis preguntas y mucho
menos, responderlas- Lali pasó un dedo por el borde de la mesa con aire
indiferente, tratando de disimular su curiosidad.
Lali:
Tal vez no les agradaban sus preguntas- sugirió. Peter no se dejó engañar.
Peter:
Lo único que quería saber era si a alguien se le había perdido una muchacha
bonita pero sumamente terca- Lali abrió la boca para contestarle pero volvió a
cerrarla al comprender que Peter quería hacerla morder el anzuelo.
Lali:
¿Y qué averiguó?- Peter frunció el ceño antes de responder, parecía perplejo
por lo que había descubierto.
Peter:
No sólo no pude averiguar nada sobre la desaparición de una muchacha como tú,
sino que no encontré a nadie que conociera a una joven así.
Lali
no pudo responder. Nunca habían tenido visitas en la casa Esposito. Todo lo que
ella sabía de la vida lo había aprendido de sus criadas e institutrices, que le
contaban historias de amor y de caballeros galantes, del mundo fuera de aquella
casa. Era natural que nadie la conociera. Peter la observaba, tratando de
interpretar su expresión. Todo el día lo había acosado una duda: ¿qué haría con
Lali cuando se marchara a América? No se lo dijo pero había contratado a tres
hombres más para que investigaran sobre ella. La noche en que la encontrara, la
muchacha no había podido provenir de muy lejos, de modo que vivía en Liverpool
o en los alrededores, o bien estaba allí de paso. Después de preguntar en todas
las posadas de la zona, tenía la certeza de que ella vivía allí pero no lograba
hallar una sola pista. Era como si Lali se hubiese materializado de la nada en
aquella noche oscura, cerca del puerto.
Peter:
Sos una fugitiva- adivinó y la expresión de la joven confirmó sus pensamientos-
Pero no entiendo de quién huyes y por qué nadie está revisando cielo y tierra
para encontrarte.
Lali
se apartó y trató de no pensar que eso se debía a que a las personas que ella
creía que la amaban no les importaba su paradero.
Peter:
Lo único que puedo suponer- prosiguió Peter lentamente- Es que tu familia se
enfadó mucho por algo que has hecho. Sé por experiencia propia que no te
encontraron en la cama con el hijo del jardinero, de modo que quizá te hayas
negado a hacer algo que ellos querían. ¿Acaso te negaste a casarte con un viejo
ricachón?
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