jueves, 9 de febrero de 2012

CAPITULO 8




CAPITULO 8

'Y usted es terco como una mula', pensó Lali, mientras lo observaba apilar los platos sobre la bandeja y sacarla al pasillo. Más tarde, ya en camisón y acostada, lo observó de espaldas y vio cómo se pasaba la mano por el cabello mientras su pluma revoloteaba sobre los papeles que tenía ante sí. Sintió curiosidad por lo que estaba haciendo pero no quiso preguntárselo para que su relación con él no se volviera más personal de lo que ya era.

Se desperezó y se embarcó en un sueño en el que Benjamín iba a rescatarla y derrotaba al americano en un duelo de espadas. Su tío Barto estaría allí, le rogaría su perdón y le diría que se sentía muy solo sin ella sonrió al imaginar a Peter amedrentado. En su sueño se vio apartándose de Benjamín y dirigiéndose hacia Peter, dándole la mano y perdonándolo, diciéndole que regresara a América y la olvidara... si podía.

Cuando Peter se acostó a su lado, Lali fingió dormir pero él la atrajo hacia sí, le besó la oreja, le apoyó una mano en el vientre y se durmió. Por extraño que le pareciera, la muchacha sintió que ella también ya podía dormirse. Por la mañana se halló sola en la gran habitación, pero apenas despertó, entró la criada.

-Disculpe, señorita. Pensé que estaría durmiendo. El señor Peter me dijo que le trajera agua caliente, por si quería tomar un baño.

Lali no tenía intenciones de volver a humillarse suplicando a la criada que la dejara salir. Indicó a la mujer que le llevara la tina y el agua caliente y a su pesar, disfrutó el baño. Fue casi un consuelo poder hacer algo por sí misma. Antes, siempre tenía una criada que la vestía y le lavaba el cabello y su tío elegía para ella ropa barata e infantil. Nuevamente limpia, se secó el cabello con la toalla comió un abundante desayuno y se puso el vestido de seda azul. Completó el atuendo con una delicada pañoleta bordada con flores en varios tonos de azul.

Fue un largo día y como no tenía nada que hacer, estaba aburrida. Hacía frío en la habitación, pues no había hogar, de modo que se paseó por allí frotándose los brazos. Por la ventana entraba el débil sol de comienzos de la primavera pero aun así era el sitio más cálido de la habitación. Acercó una silla y comenzó a mirar, distraída, por la ventana. Nuevamente empezó a soñar, desde sus planes para hacer un jardín, hasta cómo jamás perdonaría a Peter y dejaría que Benjamín se ocupara de él.

A la caída del sol oyó una voz que solo podía ser Peter: profunda, clara, llena de humor. Su corazón empezó a acelerarse. Claro que se debía a la soledad en que había pasado el día pero aun así tuvo que reprimirse para ni sonreír cuando él entró. Peter le sonrió y sus ojos pardos la recorrieron.

Peter: Ese vestido te sienta bien- observó, mientras se quitaba el sombrero y la chaqueta. Prácticamente se desplomó sobre una silla y lanzó un profundo suspiro- Habría sido menos fatigoso trabajar en el campo- prosiguió- Tus compatriotas son una sarta de presuntuosos y necios. Casi nadie quería escuchar mis preguntas y mucho menos, responderlas- Lali pasó un dedo por el borde de la mesa con aire indiferente, tratando de disimular su curiosidad.

Lali: Tal vez no les agradaban sus preguntas- sugirió. Peter no se dejó engañar.

Peter: Lo único que quería saber era si a alguien se le había perdido una muchacha bonita pero sumamente terca- Lali abrió la boca para contestarle pero volvió a cerrarla al comprender que Peter quería hacerla morder el anzuelo.

Lali: ¿Y qué averiguó?- Peter frunció el ceño antes de responder, parecía perplejo por lo que había descubierto.

Peter: No sólo no pude averiguar nada sobre la desaparición de una muchacha como tú, sino que no encontré a nadie que conociera a una joven así.

Lali no pudo responder. Nunca habían tenido visitas en la casa Esposito. Todo lo que ella sabía de la vida lo había aprendido de sus criadas e institutrices, que le contaban historias de amor y de caballeros galantes, del mundo fuera de aquella casa. Era natural que nadie la conociera. Peter la observaba, tratando de interpretar su expresión. Todo el día lo había acosado una duda: ¿qué haría con Lali cuando se marchara a América? No se lo dijo pero había contratado a tres hombres más para que investigaran sobre ella. La noche en que la encontrara, la muchacha no había podido provenir de muy lejos, de modo que vivía en Liverpool o en los alrededores, o bien estaba allí de paso. Después de preguntar en todas las posadas de la zona, tenía la certeza de que ella vivía allí pero no lograba hallar una sola pista. Era como si Lali se hubiese materializado de la nada en aquella noche oscura, cerca del puerto.

Peter: Sos una fugitiva- adivinó y la expresión de la joven confirmó sus pensamientos- Pero no entiendo de quién huyes y por qué nadie está revisando cielo y tierra para encontrarte.

Lali se apartó y trató de no pensar que eso se debía a que a las personas que ella creía que la amaban no les importaba su paradero.

Peter: Lo único que puedo suponer- prosiguió Peter lentamente- Es que tu familia se enfadó mucho por algo que has hecho. Sé por experiencia propia que no te encontraron en la cama con el hijo del jardinero, de modo que quizá te hayas negado a hacer algo que ellos querían. ¿Acaso te negaste a casarte con un viejo ricachón?


 CONTINUARÁ...

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