viernes, 10 de febrero de 2012

CAPITULO 13




CAPITULO 13

-Déjenme a mí, yo necesito algo más que tocar su tino vestido- dijo en tono lascivo un joven vigoroso, al tiempo que extendía una mano y aterraba el hombro del vestido de Lali. La tela se desgarró dejando su hombro descubierto
Lali: Basta, por favor- les pidió retrocediendo
-Es menuda, sí, pero tiene mucho donde debe tenerlo.
-Basta de perder el tiempo. Echémosla.

Antes de que Lali tomara conciencia de lo que estaba a punto de suceder y mientras oía en su mente las palabras de Peter acerca de que esos hombres la obligarían a hacer lo que habían hecho ambos, uno de los marineros le dio un fuerte empellón que la hizo caer contra los hombres que estaban tras ella. Con un vano esfuerzo por gritar, trató de incorporarse pero los hombres la sujetaron bajo un mar de manos ansiosas. Sobre ella, sonrientes, estaban los marineros.

-Ahora veamos que hay debajo de esa bonita falda- el hombre llevó la mano a la falda de Lali y ésta le dio un puntapié en la cara que lo hizo caer hacia atrás. Tenía los brazos sujetos detrás de la cabeza, y en cuanto le propinó el puntapié.
-A mí no me patearás, niña- rió otro marinero, mientras aferraba el borde de la falda.

En un instante estaba sobre ella, sonriendo al ver el terror de Peter y disfrutando sus esfuerzos por liberarse de las manos que la sujetaban. Al instante siguiente voló por el aire y se aferró el hombro, que se le puso cada vez más rojo. El sonido del disparo pareció llegar después de que el marinero volara por el aire. Resonaron dos disparos más por encima de las cabezas de los hombres antes de que éstos lograran reaccionar a algo que no fuera su viciosa avidez. Lali, aún sujeta por los hombres, reparó primero en el silencio de éstos. Cuando comenzaron a soltarla, dio un puntapié y liberó una pierna. Al instante vio llegar a Peter furioso y violento. Antes de que Lali pudiera entender lo que ocurría, Peter comenzó a golpear brazos, cuellos, cinturones, lo que tuviera a mano, con lo cual los marineros y la gentuza del puerto empezaron a volar por los aires. Temblando de miedo, Lali permaneció inmóvil mientras las manos abandonaban su cuerpo una por una. Peter quedó de pie dándole la espalda, con un arma en cada mano.

Peter: ¿Alguien más quiere probar suerte con la dama?- desafió.

Retrocediendo, como la escoria salvaje y cobarde que eran, los marineros maldijeron a Peter por lo bajo por arruinarles la diversión pero ninguno se opuso abiertamente al peligroso americano. Peter enfundó las pistolas y se volvió hacia Lali, la vio jadear de miedo y advirtió que la mayor parte de su ropa estaba intacta. Con un rápido movimiento, se inclinó y la levantó sobre su hombro como si se tratara de un saco de harina. Casi sin aliento, Lali lo golpeó en la espalda.

Lali: ¡Bájeme!- le exigió.

Peter le dio una palmada en las nalgas y por fortuna para Lali, el terciopelo amortiguó el golpe. Luego Peter hizo una seña a otros dos hombres que seguían amenazando a la multitud con pistolas y se encaminó de regreso a la posada.

Uno de los marineros, al que Lali había dado un puntapié en el ojo, gritó a Peter que los yanquis sí sabían tratar a las mujeres y los demás rieron, contentos de no haber tenido que pelear con él. El hombre al que Peter había disparado se alejó, cojeando, hacia los muelles. Lali no volvió a decir una sola palabra mientras Peter la cargaba en aquella posición incómoda y vergonzante y se alegró de que su cabello largo ocultara su rostro a la mirada de los transeúntes y especialmente, de la gente de la posada. Cuando llegaron a la habitación que habían compartido, Lali ya estaba lista para decirle lo que pensaba de su forma de tratarla: que él no era mejor que aquellos rufianes de la calle pero su coraje la abandonó cuando Peter la arrojó sobre la cama con tanta fuerza que Lali se hundió en el colchón de plumas hasta tocar la base de cuerdas entrelazadas. Al volver a la superficie, tomó aire, se apartó el cabello de la cara y miró a Peter, que estaba más furioso que nunca. Él no le dio tiempo para hablar.

Peter: ¿Sabes cómo te encontré?- dijo, con los dientes apretados, los músculos de la mandíbula tensos y las manos en las caderas- Contraté a unos hombres para que recorrieran el puerto y me informaran cuando se produjera alguna conmoción. Sabía que aparecerías tarde o temprano y que cuando lo hicieras, estarían todos sobre vos- se inclinó hacia ella y gruñó- Duraste más de lo que esperaba. ¿Qué hiciste? ¿Te escondiste en algún sitio?

CONTINUARÁ…

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