jueves, 9 de febrero de 2012

CAPITULO 3


CAPITULO 3

Sonriendo, Lali se movió con languidez cuando el muslo de Peter rozó el suyo. Ladeó la cabeza para permitirle acceso a su cuello y su hombro. Cuando él comenzó a hacerle el amor a su cuello, Lali sintió que podría disolverse como agua. Entrelazó los dedos en el cabello de él y le sostuvo la cabeza, pues no quería que se apartara. La primera vez que la mano de Peter tocó su seno, Lali se puso rígida por la sorpresa. Luego, a medida que aquella exquisita sensación fluía por cada poro y cada vaso de su cuerpo, atrajo la cabeza de él hacia la suya. Con ansia, con pasión, sedienta, buscó sus labios.

Cuando Peter se subió sobre ella, lo primero que pensó Lali fue que, para un hombre de su tamaño, era extraordinariamente liviano. Al instante sintió dolor y abrió los ojos, su cuerpo perdió aquella sensación de placer y lo empujó con todas sus fuerzas pero Peter ya no la oía. El deseo que sentía por aquella muchachita ardiente era abrumador, y no podía oír sus protestas. A pesar de su poca cordura por exceso de alcohol, supo que llegaba a la minúscula membrana. En algún lugar de su mente, un resto de sensatez le dijo que estaba cometiendo un error pero no pudo detenerse. La penetró con rapidez, pero había perdido gran parte de su pasión original.

Cuando terminó, se quedó quieto, tendido sobre ella, y sintió cómo el cuerpo pequeño y delicado de la muchacha empezaba a estremecerse con los sollozos. Las lágrimas tibias de Lali le humedecieron el cuello y se mezclaron con su sudor. Se apartó de ella, sin mirarla. La luz del sol comenzaba a entrar por la ventana y Peter nunca se había sentido tan sobrio en toda su vida. Se puso los pantalones, las botas y luego la camisa, que no se molestó en abrochar. Finalmente se volvió hacia la muchacha, sólo su cabeza asomaba debajo de las mantas. Con toda la suavidad que pudo utilizar, se sentó junto a ella en la cama.

Peter: ¿Quién sos?

Toda la respuesta que obtuvo fue un meneo de cabeza y un fuerte sollozo. Peter aspiró profundamente y la hizo incorporarse, sin dejar de cubrirle los senos desnudos con la sábana.

Lali: ¡No me toque! ¡Me ha hecho daño!
Peter: Ya lo sé, y lo siento, pero... - prosiguió en voz más alta- ¡Maldición! ¿Cómo podía saber que eras virgen? Pensé que eras... - frunció el ceño.

Se detuvo al ver la inocencia en los ojos de Lali. ¿Cómo había podido confundirla con una prostituta? Tal vez hubiera sido por el lodo o la poca iluminación, o, lo que era más probable, el whisky que había ingerido, pero ahora veía que era imposible confundirla. Aun como estaba ahora, desnuda, sentada en su cama, con el cabello desaliñado sobre los hombros, exudaba un aire de refinamiento y gentileza que sólo los miembros de la clase alta británica podían mantener en momentos de tensión. Cuando comprendió lo que había hecho- acostarse con la hija virgen de algún lord- comenzó a percatarse de la gravedad de sus actos.

Peter: Creo que no puedo disculparme por lo que ocurrió pero tal vez pueda ofrecer mis explicaciones a tu padre. Estoy seguro de que él...- ¿Comprenderá? Pensó
Lali: Mi padre está muerto
Peter: Entonces te llevare con tu tutor.
Lali: ¡No!- exclamó. ¿Cómo podía volver con su tío en ese estado, para que aquel enorme americano confesara lo que habían hecho juntos?- Si me hace el favor de conseguirme algo de ropa, lo dejaré en paz. No se preocupe por llevarme a ninguna parte- Peter pareció pensarlo un momento.
Peter: ¿Por qué estabas corriendo por los muelles en mitad de la noche? A menos que me equivoque, una niña como tú...- sonrió al ver la expresión de Lali- Perdón, una joven como tú jamás ha visto antes los muelles- Lali levantó la frente.
Lali: Lo que yo haya visto o no, no es asunto suyo. Lo único que le pido es un vestido, algo sencillo si puede pagarlo, y me marcharé enseguida- Peter volvió a sonreír
Peter: Creo que puedo conseguir un vestido pero no pienso dejarte a merced de las bestias que hay allá afuera. Recuerda lo que te ocurrió anoche- Lali lo miró, entrecerrando los ojos.
Lali: ¿Acaso habría podido pasarme algo peor de lo que usted me hizo anoche?- hundió la cara en las manos- ¿Quién va a quererme ahora? Usted me ha arruinado- Peter se sentó a su lado y le apartó las manos.
Peter: Cualquier hombre te querría, querida. Sos la más deliciosa...- se interrumpió. Lali no estaba segura de entender a qué se refería, pero tenía cierta idea.
Lali: ¡Vulgar colono! Ustedes son tan salvajes como se dice. Raptan a las damas en la calle y las llevan a una habitación donde les hacen... cosas horribles.
Peter: ¡Espera un minuto! Si mal no recuerdo, vos viniste corriendo hacia mi y, cuando traté de ayudarte, prácticamente saltaste a mis brazos. Eso no hace una dama y en cuanto a lo de anoche, no te parecía tan horrible cuando me estirabas el pelo y me acariciabas las piernas con tus piececitos- Lali quedó boquiabierta, horrorizada, y no pudo responder- Oye, lo siento. No quise escandalizarte pero quiero que entiendas las cosas como son. Si yo hubiera sabido que eras virgen y no una callejera, no le habría tocado. Pero ya no podemos cambiar las cosas. Sí te toqué y ahora eres mi responsabilidad.
Lali: Yo... por supuesto que no soy su responsabilidad. Le aseguro que sé cuidarme sola.
Peter: ¿Cómo lo hiciste anoche?- levantó una ceja- Fue una suerte que te toparas conmigo, si no, quién sabe lo que te habría ocurrido- pasó un momento antes de que Lali pudiera hablar.
Lali: ¿Acaso su arrogancia no tiene límites? No fue una suerte toparme con usted, y ahora sé que estaba mejor en las calles que encerrada con un loco, ¡despreciable violador como usted, señor!- los ojos de Peter se iluminaron con una sonrisa deslumbrante. Se pasó la mano por el cabello y rió entre dientes.
Peter: Vaya, vaya. Creo que me ha insultado una dama inglesa- sus ojos recorrieron los hombros desnudos de la muchacha, y le sonrió- ¿Sabes? creo que me gustas.
Lali: Pues usted no me agrada a mí- replicó, exasperada por la ignorancia y la falta de comprensión de aquel hombre.
Peter: Permíteme presentarme. Soy Peter Lanzani, de Virginia, y estoy encantado de conocerte- le tendió la mano. Lali cruzó los brazos sobre el pecho y apartó la vista. Tal vez si lo ignoraba y se mostraba grosera con él, la dejaría ir- Muy bien- dijo al tiempo que se ponía de pie- Como quieras pero vamos a aclarar una cosa: no pienso dejarte sola en los muelles de Liverpool o me dices dónde vives y quién es tu tutor, o te quedas encerrada en esta habitación.
Lali: ¡No puede hacer eso! ¡No tiene derecho!- Peter la miró con seriedad
Peter: Anoche gané ese derecho. Los americanos tomamos muy en serio nuestras responsabilidades, y anoche pasaste a estar a mi cargo... al menos, hasta que me digas quién es tu verdadero tutor.
Mientras terminaba de vestirse, la observó en el espejo, tratando de adivinar los motivos por los que ella no quería decirle quién era. Una vez que se puso la chaqueta, se inclinó sobre ella.

Peter: Estoy tratando de hacer lo mejor para ti- dijo suavemente.
Lali: ¿Y quién le dio el derecho de decidir lo que es bueno o malo para alguien a quien ni siquiera conoce?- Peter rió entre dientes y respondió:
Peter: Empiezas a hablar como mi hermanito. ¿Qué te parece un beso antes de irme? Si encuentro a tu tutor, éste puede ser nuestro último momento a solas.
Lali: ¡Ojalá nunca vuelva a verlo!- le gritó- ¡Ojalá se caiga al mar y nadie vuelva a verlo jamás! ¡Ojalá...!

Peter la interrumpió al levantarla de la cama con un brazo mientras, con el otro, apartaba la sábana que los separaba. Acarició la piel suave de la cadera y los muslos de Lali y su boca rozó la de ella. Con suma suavidad, la besó, con cuidado para no asustarla ni ser demasiado rudo con ella. Por un instante, Lali trató de apartarlo pero aquellas grandes manos sobre su cuerpo y la pura fuerza que emanaba de él le resultaban demasiado excitantes. Le sorprendió que un hombre tan arrogante pudiera ser tan tierno. Lo abrazó y ladeó la cabeza, mientras sus dedos se perdían entre el cabello de Peter. El fue el primero en apartarse.

Peter: Empiezo a desear no encontrar a tu tutor, me encanta abrazarte- cuando Lali levantó la mano para golpearlo, Peter rió, la detuvo y le besó los nudillos uno por uno- Fue sólo un deseo. Ahora quédate aquí y pórtate bien, que cuando vuelva te traeré un bonito vestido.

CONTINUARÁ…

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