CAPITULO 36
Pasó
un momento antes de que alguien reaccionara. Martha emitió una risita que demostraba
que estaba al tanto del carácter dominante de Peter y el juez se apresuró a mirar
su libro. Con el rostro encendido de furia, Peter la llevó casi a la rastra al
vestíbulo y cerró la puerta tras ellos.
Peter:
¿Qué demonios significa esto?- gruñó, mirándola muy de cerca. Lali,
involuntariamente, retrocedió un pasó y trató de no perder el coraje. Ella
tenía la razón, y eso estaba a su favor.
Lali:
Jamás me preguntaste siquiera si quería casarme contigo. Tampoco me preguntaste
si quería venir a América. Estoy cansada de que tomes todas las decisiones por
mí.
Peter:
¡Decisiones!- exclamó- Ninguno de los dos tiene que tomar ninguna decisión. El
destino lo ha hecho por nosotros- al ver la mirada de consternación de Lali, él
prosiguió- Quisiera sacudirte para hacerte entrar en razones, pero temo hacer
daño al bebé.
Lali:
¿Bebé?- murmuro. Peter cerró los ojos un momento, como si rezara pidiendo
fuerzas.
Peter:
No podes ser tan ingenua como para no saber que lo que hacemos en la cama produce
bebés- al ver que la muchacha seguía callada, continuó en voz más baja- No
habrás creído realmente que esa descomposición que tuviste en las últimas
semanas fue por el movimiento del barco, ¿o sí?- con ternura, le acarició la
mejilla- Cariño, llevas a mi bebé en vos y yo me caso con la madre de mis
hijos- estupefacta, Lali no lograba pensar con coherencia.
Lali:
Pero ¿y el empleo?- murmuró- Además, no puedo casarme con este vestido y no tengo
flores, y... y... ¡Peter! ¡Un bebé!- Peter la tomó en sus brazos y la abrazó
con fuerza.
Peter:
Pensé que lo sabías. Creí que simplemente no querías decírmelo. Yo tampoco me
habría dado cuenta, sólo que una vez la esposa de mi amigo Pablo vomitó justo
delante de mí. Me dijo que a muchas mujeres les ocurre eso en los primeros
meses. Ahora, amor- prosiguió, tomándola por el mentón- ¿Queres casarte
conmigo?- al ver que vacilaba, insistió- En mi casa podrás trabajar cuanto
quieras- dijo, sonriendo- si lo que queres es ganarte la vida. En cuanto al
vestido, me gustas más sin ropa, de modo que cualquier vestido está bien.
Además, sólo están Martha y el juez. Y puedo recoger algunas flores del jardín
de Martha.
Lali:
No- murmuró, esforzándose por contener las lágrimas.
Las
palabras de Peter eran muy lógicas. Claro que ella esperaba un bebé, y claro
que se casaría con él. No tenía otra opción, ya que sabía que no podía escapar
de Peter si llevaba algo que le pertenecía. En cuanto a la ropa, ¿qué
importaba? Si podía casarse sin amor, podía hacerlo sin un bonito vestido.
Lali:
Estoy lista- dijo al fin, en tono sombrío.
Peter:
No es una ejecución- dijo, riendo- Tal vez esta noche podré compensarte.
Lali
se adelantó por el corredor. Sabía que Peter nunca lo entendería. La boda era, supuestamente,
el acontecimiento más importante en la vida de una mujer, un momento en que
siente que todos la quieren y le desean felicidad. Durante el resto de su vida
ella recordaría aquella ceremonia secreta y triste, rodeada de extraños, cuando
se casara no por propia voluntad sino por lo que llevaba en el vientre.
Mecánicamente, en el momento adecuado, manifestó aceptar a Peter como esposo e
ignoró la mirada curiosa que él le dirigió. Cuando llegó el momento de
colocarle el anillo, Martha ofreció el suyo, pero Lali se encogió de hombros y
respondió que no importaba.
Al
final de la ceremonia nadie sonreía y cuando Peter se inclinó para besarla, Lali
le ofreció la mejilla. Apenas probó el vino que les ofreció el juez y no hizo
ningún comentario cuando Peter dijo que debían marcharse. Lali se despidió
esforzándose por sonreír y les agradeció mientras Peter la ayudaba a subir a la
carreta. La tensión del día y la boda (si se la podía llamar así) la habían
dejado exhausta. Se desplomó sobre el asiento y Peter la atrajo hacia sí.
Peter:
No ha sido una gran boda, ¿verdad?- observó- No fue algo que una muchacha pueda
contar a sus nietos
Lali:
No- respondió simplemente, sin atreverse a decir más para no llorar.
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