CAPITULO 39
Fascinada,
Lali no podía sino contemplarlo, con cada palabra de Peter, sus heridas se cerraban.
Peter:
Entonces empezaron los relámpagos. El caballo se asustó y me arrojó al lodo. Si
ese animal vive dos días más, no será porque yo lo permita- amenazó- Lo habría
dejado ir pero las malditas flores estaban en la montura, de modo que tuve que
pasar dos horas en la tormenta buscando a ese animal, y cuando lo encontré ya
no tenía la montura- con furia, se quitó los pantalones- Pasó otra hora hasta
que encontré la montura y estas...- prosiguió, mientras quitaba de sus
pantalones lo que quedaba de una peonía, sonreía con desdén y la estrujaba
antes de dejarla caer al suelo- Los sacos se habían roto y no había forma de
cargar las flores, de modo que tuve que ponerlas donde pudiera. Por primera vez
miró a Lali a los ojos- Allí estaba yo, un hombre mayor, en medio de una de las
peores tormentas del año, llenándome la ropa con estas flores llenas de espinas
y olor. ¿Sabes lo imbécil que me sentí? ¿Y ahora por qué lloras?- dijo, sin
pausa y con el mismo tono.
Lali
levantó una rosa ligeramente ajada y muy mojada de la cama y se la llevó a la
nariz.
Lali:
Una novia debe tener flores- murmuró- Has hecho esto por mí- el rostro mojado
de Peter reflejó perplejidad y exasperación.
Peter:
¿Por qué, si no, habría salido en una noche así, en mi propia noche de bodas,
por Dios, si no fuera por mi flamante esposa?
Lali
no pudo responder, mantuvo la cabeza gacha, con los ojos llenos de lágrimas.
Peter se mantuvo pensativo un momento. Luego se acercó a el la, la tomó por el
mentón, le hizo levantar la cara y la observó.
Peter:
Has estado llorando mucho- dijo en voz baja- Pensaste que no volvería, ¿no es
así?- Lali se apartó de él y se dirigió a la cabecera de la cama.
Lali:
No, claro que no. Es sólo que...
Se
volvió al oír que Peter reía entre dientes. Estaba desnudo, de pie, como un
dios mitológico rodeado de flores aromáticas y ella también sonrió. Había
regresado a ella y se había esforzado mucho por darle lo que quería. Al verla
con aquella bata transparente, los ojos de Peter se encendieron de deseo.
Peter:
¿No merezco una recompensa por todo este trabajo?- murmuró, extendiendo los
brazos a Lali.
De un
salto gigante, Lali se lanzó hacia él y lo abrazó con brazos y piernas. Peter la
sostuvo, sorprendido.
Peter:
¿Cómo pudiste pensar que te dejaría después de todo lo que me ha costado
conseguirte?- murmuró, antes de unir sus labios a los de ella.
El
contacto de la piel desnuda de Peter, fresca y húmeda entre sus piernas, la
hizo estremecerse de placer y Lali aumentó la presión de sus piernas hasta
amenazar partirlo en dos. Lo único que los separaba era la delgada seda. Lali
se frotó contra él, con los senos casi aplastados por el duro pecho de Peter.
Llevó
las manos al cabello mojado y entrelazó los dedos en él mientras sus labios
marcaban un sendero ardiente sobre los de Peter. Estaba allí, había regresado a
ella y era su esposo, suyo para lo que deseara. Con júbilo y una sensación de
poder, Lali le mordió el lóbulo de la oreja.
En un
abrir y cerrar de ojos se encontró volando por el aire y aterrizó con una
explosión de flores de cientos de colores y aromas y un delicado revoloteo de
seda. Se quitó dos narcisos de la cara y sonrió a Peter, que estaba de pie
junto a ella con las manos en las caderas, los músculos tensos y la virilidad
erguida.
Peter:
Así es como debe verse una novia
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