domingo, 12 de febrero de 2012

CAPITULO 32




CAPITULO 32

Lali volvió a apoyar la cabeza sobre su pecho y dio rienda suelta a las lágrimas. Lloró por todo el miedo que había sentido al ver a Peter subir por Gastón, al subir ella después por Peter y por las horas pasadas sin saber si él viviría o no. Peter era un maravilloso paciente, tanto que Lali quedó exhausta en cuarenta y ocho horas.

No tuvo ningún reparo en aficionarse a que Lali lo atendiera y lo cuidara. Quería que ella siempre le diera la comida en la boca, constantemente necesitaba su ayuda para vestirse y pedía que lo lavara con la esponja dos veces por día. Cada vez que Lali le sugería que intentara caminar para recuperar sus fuerzas, de pronto le aparecía una jaqueca más intensa aún que la que lo aquejaba todo el tiempo y pedía a la muchacha que le aplicara paños fríos en la frente. Al cuarto día, cuando Lali ya estaba a punto de decirle que mejor se hubiera ido por la borda, alguien llamó a la puerta. Era Gastón Dalmau.

Gas: ¿Puedo pasar?- aún tenía el brazo vendado y un hematoma en la mandíbula. Con más fuerzas de las que había demostrado en varios días Peter se incorporó en la cama.

Peter: Claro que puede pasar, tome asiento.

Gas: No- dijo, sin mirar directamente a Lali- Vine a darle las gracias por haberme salvado la vida- Peter observó al muchacho un momento.

Peter: Sólo lo hice por vergüenza, porque nos hizo quedar a todos como cobardes.

Los ojos de Gastón se dilataron. Recordaba muy bien cómo se había paralizado sobre el peñol y cómo Peter, paciente aun en medio de la tempestad, lo había puesto a salvo pero vio también que Peter no tenía intenciones de contárselo a nadie. Gastón enderezó los hombros y esbozó una leve sonrisa.

Gas: Gracias- repitió pero sus ojos expresaron mas que sus palabras. De prisa, salió del camarote.

Lali: Fuiste muy bueno- dijo, al tiempo que se inclinaba y besaba a Peter en la mejilla. Peter extendió un brazo con rapidez y la tomó por la cintura.

Peter: Erraste- gruñó, la atrajo hacia sí y la besó en la boca. Lali lo abrazó con deseo. Su cuerpo sabía muy bien cuántos días habían pasado sin más que un contacto fraterno. Se apartó de él y mientras Peter le mordisqueaba suavemente el labio inferior, emitió una risita grave.

Lali: Hace una hora estabas demasiado débil para dejar la cama.

Peter: Ahora tampoco deseo levantarme pero no tiene nada que ver con la debilidad- respondió y llevó su mano a la espalda de Lali para quitarle el vestido. De inmediato, ella se levantó de un salto.

Lali: Peter Lanzani, si rompes otro de mis hermosos vestidos, juro que no volveré a dirigirte la palabra.

Peter: No me importa que no me hables- replicó, al tiempo que echaba a un lado las mantas y le mostraba que ya estaba más que listo para ella.

Lali: Oh, cielos- suspiró Lali y comenzó a desabrocharse el vestido con más prisa que nunca.

Con júbilo, ya desnuda, se apresuró a meterse en la cama con él. Comenzó a acariciarlo con las piernas y hundir la cara en la suave piel del cuello de Peter. Había esperado mucho tiempo que él regresara a su cama y estaba tan lista como él. Sin embargo, cuando trató de que Peter se ubicara sobre ella, él se resistió.

Peter: No, mi pequeña enfermera- dijo, riendo entre dientes.

La tomó de la cintura, la levantó como a una muñeca y la colocó sobre su virilidad. Lali ahogó una exclamación de sorpresa. Tardó un momento en recuperarse pero cuando Peter la hizo inclinarse y acercó la boca al pecho de la muchacha, la sorpresa se convirtió en gozo. Peter le acariciaba la espalda mientras con la boca excitaba los pechos de Lali.

Ella nunca había sentido aquel contacto excitante en tantas áreas al mismo tiempo. Las fuertes manos de Peter volvieron a su cintura y la levantaron, lentamente, antes de volver a bajarla. Sin pensarlo dos veces, Lali se adaptó al ritmo. Sus fuertes piernas, endurecidas por el constante balanceo del barco, impulsaban su cuerpo hacia arriba y hacia abajo. Pronto descubrió que le agradaba controlar el ritmo, rápido o lento, inclinarse para rozar el pecho de Peter con sus senos, observar cómo el atractivo rostro de él adquiría una expresión angelical.

Sin embargo, su interés por observarlo se disipó muy pronto y al aumentar la pasión de Lali, comenzó a moverse más y más rápidamente. Peter la aferró con fuerza y sin separarse de ella, la hizo tenderse de espaldas y continuó el movimiento hasta que el delicioso desahogo llegó para ambos.

Con debilidad, se desplomó sobre Lali, cubierto de sudor, con todos los músculos relajados. Debajo de él, la muchacha sonrió y lo abrazó con fuerza. Su placer aumentaba al tener control sobre él, al saberse capaz de convertir a alguien tan fuerte como Peter en aquel hombre dócil y sereno. Sin dejar de sonreír, se durmió.


 CONTINUARÁ...

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