domingo, 12 de febrero de 2012

CAPITULO 35




CAPITULO 35

Peter: ¡Te encontré un empleo estupendo! Algo en lo que sos muy buena. Ahora vámonos- Lali recurrió a todas sus fuerzas para evitar que las palabras de Peter la molestaran. Lo siguió por la pasarela con la frente alta. Peter cargó el baúl en el vehículo más feo y desvencijado que ella hubiera visto- Lo siento- dijo, riendo, al ver el desagrado de la muchacha- Te dije que llegamos antes de lo previsto y eso fue lo único que pude conseguir. Esta noche iremos a casa de un amigo mío, y mañana pediré prestada una chalupa.

Nada de lo que decía Peter tenía sentido para Lali. Sabía que una chalupa era una especie de embarcación, pero no tenía idea de para qué querría Peter conseguir una. Peter la tomó por la cintura y la sentó en la carreta desvencijada con tanta ceremonia como para el baúl, se ubicó a su lado e hizo ponerse en marcha a los dos caballos de aspecto cansino.

Los campos que atravesaban parecían más agrestes que los de Inglaterra, y el camino era atroz, en realidad, era poco más que una huella. Según lo comprobaba el castañeteo de los dientes de Lali, Peter tropezaba con todos los pozos del camino. Peter la miró y rió entre dientes.

Peter: ¿Entendés ahora por qué en general viajamos en barco? Mañana estaremos en una bonita chalupa, sin baches en los que caer.

Lali no tenía idea de dónde estaría ella al día siguiente, puesto que aparentemente Peter pretendía mantener en secreto la identidad de su futuro patrón. Ella no tenía intenciones de pedirle detalles, pues sabía que sólo conseguiría que él la mirara con aquella expresión irritante.

El sol empezaba a ponerse cuando se detuvieron ante la primera casa que vieron: una casita de madera blanqueada, limpia y espaciosa. A los lados del sendero que llevaba a la casa había flores cuyos pétalos se movían suavemente con la brisa primaveral. La casa era sencilla, pero de mejor calidad que la que había esperado Lali. Peter llamó a la puerta y salió una mujer regordeta y de cabello entrecano que llevaba un delantal de percal sobre su vestido de muselina.

-¡Peter!- exclamó- Pensamos que sucedía algo. El hombre que enviaste dijo que llegaran mucho antes.

Peter: Hola, Martha- dijo y la besó en la mejilla- Sí, tardamos más de lo que pensé. ¿El juez ya llegó?- Martha rió.

Martha: Sigues tan impaciente como siempre. Supongo que ésta es la señorita- con actitud posesiva, Peter tomó a Lali por los hombros.

Peter: Lali, te presento a Martha- Lali se sobresaltó por los malos modales de Peter y extendió la mano.

Lali: Encantada de conocerla; señora...
Martha: Sólo Martha- respondió la mujer con una sonrisa- Ahora está usted en América. El juez los espera.

Entraron a una habitación agradable, con muebles limpios y bien cuidados tapizados en un tono verde claro, y cortinas del mismo tono. Antes de que pudiera abrir la boca, le presentaron al juez, un hombre alto y casi calvo que no parecía tener más nombre que el de "juez". Se estrecharon la mano y en un abrir y cerrar de ojos Lali oyó las palabras:

-Queridos hermanos, estamos aquí reunidos en presencia de nuestro Señor...

Contundida, pensando que oía mal, Lali miró a los demás. Martha sonreía a su esposo con aire angelical, él tenía un libro abierto y leía la fórmula de la ceremonia matrimonial. Peter la sostenía de la mano con una expresión asombrosamente solemne.

Lali tardo unos minutos en comprender lo que estaba ocurriendo. ¡Estaban casándola con Peter Lanzani sin siquiera haberle preguntado si estaba de acuerdo! Estaba ante aquellos extraños, vestida con un traje verde oscuro de grueso lino, cansada, con el ceño fruncido de preocupación por su futuro... ¡y la estaban casando! Miró el perfil solemne de Peter y pensó que esta vez había ido demasiado lejos.

Cuando fuera a casarse, tendrían que pedírselo antes, y se pondría su mejor vestido. De pronto se percató de que todos la miraban. El juez sonrió y repitió:

-Lali, ¿Aceptas a este hombre como esposo?- la muchacha miró a Peter con su sonrisa más dulce y romántica y respondió- No.

 CONTINUARÁ...

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